13.11.2019

La prefectura nipona es el corazón de una de las industrias más extrañas del país: la creación de sampuru, réplicas de platillos con que los restaurantes atraen a su clientela.

Generosas bandejas de sushi, sopas humeantes y helados que nunca se derriten. Las calles de Japón presentan cada día un espectáculo irresistible con lo más llamativo de su gastronomía como protagonista. Pero estos manjares a la entrada de los restaurantes, por muy deliciosos y realistas que luzcan, no son más que un artificio. Muestras de escaparate conocidas como Shokuhin Sampuru que recrean a la perfección los menús que se sirven en los establecimientos.

Una curiosidad más del enigmático país oriental, o quizá el lado más friki de su tradición culinaria. Lo cierto es que la elaboración de réplicas de comida —práctica que tiene más de un siglo de antigüedad— requiere gran pericia, pues es cien por ciento artesanal. Dominar su técnica tarda al menos diez años, y para dar con su origen es necesario un viaje a Gujo Hachiman.

Situada a tres horas de Tokio, al sudoeste de Takayama, la aldea conocida como 'el pequeño Kioto' por la belleza y el gran número de templos que atesora, es el destino predilecto de quienes desean conocer la cultura nipona a profundidad y sin hordas de turistas alrededor.

Aquí, entre orfebres, herreros, toneleros y carpinteros, se erige una docena de talleres de sampuru. Cada uno puede vender hasta 150 réplicas de distintos potajes. Según relatan los propios artesanos, aunque la industria data de 1917, el boom se habría producido después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la gente se animó nuevamente a comer en la calle.

Hoy en día el concepto sigue siendo el mismo: modelos de alimentos que llenan los escaparates de tiendas y restaurantes, reproduciendo con exactitud el aspecto de sus platos, para ayudar a la gente a elegir qué comer.

En cuanto al trabajo que demanda, existen alimentos más sencillos que se hacen a partir de moldes de silicona y se pintan a mano. Los más complejos —como el pescado— se esculpen de forma individual con plástico derretido o vinilo. A veces se le añaden especias reales para que huelan como el plato original.

Aunque construir sampuru no parece ser un gran negocio, lo cierto es que los locales renuevan cada temporada su oferta para no aburrir a la clientela. Además, las réplicas cuestan diez veces más que el original. Debido a este singular emprendimiento del siglo pasado, la prefectura ha potenciado, además, otro rubro: el turismo. Muchos llegan a Gujo Hachiman solo para adquirir imanes, pines, memorias USB, llaveros y demás souvenirs de sampuru.

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