La ilustradora, grabadora y muralista Lucía Coz se mueve en un yin yang creativo, apasionado, pero con la cuota necesaria de realidad y lucidez.
Desde que tiene memoria, Lucía Coz la pasaba bien con un papel y con algo (un lápiz, una crayola, lo que sea) con el cual dibujar. 'Suena supercliché, pero desde muy chiquita, cada vez que me preguntaban qué quería ser, siempre respondía ¡pintora!', asegura. Terminando el colegio, tomó la decisión. 'Nunca he chambeado en otra cosa' dice y se ríe. El mundo de la creación es el que ella conoce.
Sus trazos de delicadeza orgánica han escapado hace rato los confines de su mente y del papel, llegando a poblar muros enteros. Su trabajo concita mucha atención, pero Lucía no niega la difícil escena peruana: 'Falta un equilibrio entre este círculo elitista de algunas galerías, y cómo se ha comercializado todo a través de internet'. La escena underground, los colectivos que surgen y el arte en espacio público son, para ella, ese punto medio tan necesario.
Se ve en el futuro exponiendo en una individual y luego publicando un libro, pero no quiere dejar de pintar murales, ni de hacer grabados o pequeñas ilustraciones. Quiere hacerlo todo, entendiendo que no puede hacerlo todo. Y así va buscando ese equilibrio con mucha buena vibra y un talento impresionante.
