Por: Lucero Ascarza / 13.11.2019

Si alguien sabe contar una historia, esa es la diseñadora británica Sandy Powell. Sus creaciones en vestuario le han valido hasta el momento tres premios Óscar y dos BAFTA como reconocimiento a su talento inigualable para expresar en cada prenda la estética que determinada película requiere.

Todos en Hollywood conocen su nombre. Sandy Powell dio el salto a la fama internacional en 1992, con la película Orlando, inspirada en una novela de Virginia Woolf; desde entonces, no ha dejado de sorprender con su trabajo. La más reciente sorpresa, de hecho, nos la dio con How to talk to girls at parties, dirigida por John Cameron Mitchell, en la que la diseñadora logra plasmar con éxito la estética punk de los setentas a través de la vestimenta de Nicole Kidman, Elle Fanning y compañía.

Los inicios

Nació en Londres en 1960 y el diseño apareció en su vida desde muy temprana edad. Como su madre le enseñó a coser siendo niña, Sandy elaboraba prendas para sus muñecas y su hermana. En ese quehacer encontró su pasión. Quizá por eso, por tenerla tan clara desde un principio, fue que empezó a trabajar en vestuario escénico incluso antes de culminar sus estudios en la prestigiosa Escuela de Arte Saint Martins.

Su primera experiencia fue en el teatro, espacio que le dio la oportunidad para dar rienda suelta a su creatividad; pero la meta era el cine. Así, luego de un breve paso por el área de vestuario de cortos musicales, el director y escenógrafo británico Derk Jarman confió en ella para diseñar el vestuario de Caravaggio (1986), la película que marca el debut en el cine de Powells. Hasta hoy, el filme sigue siendo fuente de inspiración para la diseñadora.

El salto a Hollywood

Con Orlando (1992) llegarían sus primeras nominaciones al Óscar y a los premios BAFTA. Karl Lagerfeld, el mítico diseñador de Chanel, fue uno de los primeros en alabarla. Para entonces, los vestuarios barrocos de Powell ya adornaban las páginas de las revistas de moda estadounidenses. Ese fue el punto de quiebre para lo que sería una trayectoria imparable.

Entre sus trabajos más resaltantes de esos años está Entrevista con el vampiro (1994), dirigida por Neil Jordan, con quien Sandy trabajaría en múltiples proyectos. Participó también en películas como Rob Roy (1995) y Las alas de la Paloma (1997), pero sería Shakespeare in Love (1998) el filme que marca un hito en su historia al hacerla acreedora de su primer Óscar –de los doce a los que ha sido nominada a lo largo de su carrera–. Pero no sería la primera ni la última vez que Powell destacaría diseñando vestuario de época. Otro de sus Óscar llegaría años después con la película The Young Victoria (2009), en la que desafió las expectativas al diseñar un vestuario que no representaba la típica estética fastuosa de la época que se quería evocar, para dar énfasis al personaje y a su historia, tan importante para su país.

El Óscar ganado con The Young Victoria dio cierre a una década que  inició con éxito para Sandy, pues emprendió proyectos cinematográficos junto al afamado director Martin Scorsese. Primero, Gangs of New York (2002), en la que vistió a Daniel Day-Lewis como Bill el carnicero, el terrorífico líder de una pandilla. Pero fue con la película El aviador (2004) que la diseñadora obtuvo nuevamente un Óscar. Y, de hecho, uno de los vestidos que creó para el personaje de Cate Blanchett le gustó tanto a la diseñadora que hizo uno para ella misma.

Sus colaboraciones con Scorsese continuaron con La invención de Hugo Cabret (2011) y El lobo de Wall Street (2013). Y es el director muestra gran interés en el aspecto visual de sus películas, es por eso que suele recurrir a Sandy. En una entrevista con The Guardian, la diseñadora contó que cada vez que un actor llega al ataviado con su nuevo vestuario, 'lo primero que Marty hace es tocar la ropa'.

Nuevos rumbos

Con 58 años y una larga trayectoria, Sandy Powell no deja de sorprender y de diversificarse. Wonderstruck, estrenada el año pasado, nos presentó por primera vez a Sandy en el papel de productora ejecutiva. La película, una adaptación del libro de Brian Selznick, fue un ambicioso proyecto cinematográfico que la diseñadora puso en marcha.

'Pienso en el vestuario como un elemento del mundo, y estoy interesada en el resto del mundo también', dijo Powell a la revista Vanity Fair. Después de todo, su experiencia la ha hecho parte de la industria del cine por más de 20 años, y, si bien el diseño de vestuarios es su talento más destacado –o al menos el que más ampliamente conocemos–, es claro que su creatividad quiere –y puede– llegar más lejos.

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