El fotógrafo alemán falleció el mes pasado a los 74 años, y con ello dejó un inmenso y muy rico legado en la moda y el arte, y una obra que supo ver más allá.
Desafiarlo todo
Cruzar media Europa en plena II Guerra Mundial y convertirse, décadas después, en un ícono de la fotografía internacional; eso es lo que hizo Peter Lindbergh junto con su madre, cuando el continente ardía en llamas y la inestabilidad —por usar un eufemismo— era un modo de vida. Tras abandonar su natal Leszno (en ese momento, una ciudad de Polonia anexada a la Alemania Nazi), Lindbergh trabajó como escaparatista en Berlín, en una granja en el sur de Francia y viajó por África, pero su vida cambiaría con un simple encargo, cuando acababa de cumplir 30 años: fotografiar a sus sobrinos. 'Los niños no son nada autoconscientes. Así aprendí', explicaría el fotógrafo muchos años después sobre aquel evento.
Lindbergh es conocido, entre otras cosas y sobre todo, por haber creado el fenómeno top model en los noventa, uno, de hecho, bastante alejado del concepto de belleza que reina en nuestros días. Él era enemigo del maquillaje en abundancia, de la iluminación estrambótica y de las vestimentas invasivas: era, a fin de cuentas, un fotógrafo de modas que rechazaba, en cierta medida, las tendencias.
Desafiarlo todo
Uno de los hitos de su extensa carrera se dio en 1990, cuando le encargaron la portada de Vogue. Dos años antes, el artista había retratado, por encargo de la misma revista, a varias modelos en la playa. Sin embargo, la entonces directora, Grace Mirabella, se deshizo de las fotos por considerarlas demasiado simples o mundanas. Lindbergh las había retratado como le gustaba hacerlo: con camisetas blancas y el cabello suelto, al natural. Anna Wintour reemplazaría a Mirabella unos pocos meses después y contrataría a Lindbergh para la portada de noviembre. La belleza se impuso a la moda. Ese ha sido un poco el lema de la carrera del fotógrafo.
Desafiarlo todo
Para esa mítica portada de la revista editada por Anna Wintour, Lindbergh retrató juntas a las modelos más icónicas del momento: Linda Evangelista, Christy Turlington, Naomi Campbell, Cindy Crawford y Tatjana Patitz. Pero, más allá de haber reunido a tremendo dream team para la ocasión, lo realmente llamativo de la sesión fue el tipo de foto y el maquillaje casi imperceptible que se usó. Fue una portada en blanco y negro —un estilo muy utilizado por Lindbergh— en la que las top models parecían, más bien, chicas comunes andando por las calles. La naturalidad con la que lucían frente al lente del fotógrafo se convertiría, finalmente, en el sello distintivo del artista. 'Hay una industria obsesionada con retocarlo todo y llenarlo de mentiras. Es un crimen', comentó en una entrevista en el 2016 con respecto al negocio de la moda en nuestros días.
Lo que pasó fue que, después de ver esa tapa, George Michael decidió juntar a todas las modelos de nuevo para su videoclip 'Freedom! 90', uno de los más representativos y recordados de esa década. Y veinticinco años después, en el 2015, algunas de las protagonistas de la portada de Vogue del 90 se reencontraron para ser fotografiadas nuevamente por el maestro.
Desafiarlo todo
Imágenes que trascienden
'Peter Lindbergh fue un hombre increíble. En los años ochenta, cuando estaba empezando mi carrera como fotógrafo, comencé a trabajar con un maquillador, Stéphane Marais, y un peluquero, Julien d’Ys. Ellos estaban en el equipo de Peter Lindbergh, pero accedieron a hacer un trabajo conmigo. Un día, Stéphane me llamó para decirme que Peter quería conocerme y me preguntó si podía ir a su estudio. Me sorprendió que preguntase por mí, pero obviamente fui. Me dijo que se dio cuenta de que estaba empezando a trabajar para Vogue Italia, pero que no creía que estuviese trabajando con el editor correcto todavía. Él quería presentarme al editor con el que él creía que yo tenía que trabajar. Y así lo hizo'. Eso escribió el fotógrafo Mario Testino en su cuenta de Instagram al conocerse la muerte de Lindbergh. El alemán ya era una estrella; el peruano recién empezaba. Es una anécdota que revelaba la forma en que Lindbergh miraba el oficio y, por qué no, la vida.
A pesar de sus años y de la salvaje competencia de la industria de la moda —en la que cada vez hay fotógrafos más jóvenes y más influencers que hacen las veces de modelos— el arte de Peter Lindbergh, como el de todos los genios, no ha perdido vigencia. De hecho, la última portada que realizó, justamente para Vogue, salió publicada poco antes de su muerte. Se trata de la famosa edición de setiembre, en esta ocasión curada por Meghan Markle, en la que aparecen dieciséis mujeres que la duquesa de Sussex considera agentes de cambio.
Pero mantenerse vigente no fue fácil: el maestro tuvo que reinventarse y, así, a partir de los 2000, empezó a interesarse por el video. Ha dirigido documentales sobre la bailarina alemana Pina Bausch o el extraordinario Everywhere at Once, sobre la vida de Jeanne Moreau. Además, este año se estrenó un documental dedicado a su vida llamado Peter Lindbergh: Women’s Stories dirigido por el francés Jean-Michel Vecchiet.
'La gente piensa que todo es competición en nuestro negocio, pero él me enseñó lo generoso que puede llegar a ser un fotógrafo', continuó Mario Testino en su breve semblanza. 'Él siempre fue maravilloso conmigo desde ese día. Atento, amable y, sobre todo, muy talentoso. Le echaremos de menos', agregó. Y así es: el mundo —y no solo el de la moda– lo echará de menos.
