Su necesidad de darle a sus músculos nuevos retos la introdujo en un mundo donde no solo encontró desafíos atléticos, sino gran espiritualidad y otras rutas que, incluso, la han llevado por el mundo.
La sabiduría del cuerpo
Hace unos años por cosas de la vida, Isabella Ossio tuvo que ponerles pausa a dos de sus más grandes aficiones: el ballet y el running. Sin ellas se sintió fuera de lugar, y por la necesidad de encontrar otra actividad que la conecte con mente, cuerpo y también con otras personas, entró en su primera clase de Yoga. Llegó por curiosidad y se quedó para siempre: 'Nunca entendí bien por qué, pero me hacía y me hace sentir increíble', dice ella a manera de explicación que es, en realidad, innecesaria.
Isabella describe el yoga como un camino largo, interminable, que te hace crecer mucho como persona. 'Los que hacemos yoga no somos perfectos, y tenemos los mismos problemas que los demás. Pero esas imperfecciones nos retan para superarnos y ser mejores día a día', asegura. Además de estas ganas de superación, Isabella ha aprendido del yoga y por el yoga. En enero de este año visitó la India, practicó iyengar yoga en Goa. La experiencia la enriqueció, la hizo sentirse agradecida y preparada para el futuro.
Pronto, con un socio, traerá al Perú un concepto nuevo de entrenamiento con disciplinas completas y únicas, que se enfocan en la experiencia del practicante. 'Estamos muy emocionados por lo que se viene, poder compartir nuestro amor por el deporte, el bienestar físico y emocional. ¡Pronto habrá más noticias!', promete. Le creemos.
