Tan diseñador como empresario, ha sabido expandir su marca y dejar huella con un estilo único. Cincuenta años de historia profesional lo respaldan.
¿Qué quieres ser de grande? Ralph Lauren no tenía más de 10 años cuando un profesor le hizo esta pregunta en clase en un colegio del Bronx, su barrio natal. La respuesta fue atípica, pero bastante sincera: 'millonario'.
Ralph Lifshitz nació en 1939 en Nueva York y de muy joven tenía la intuición de que estaba destinado a ser un hombre de negocios. Estudió Economía y su primera entrada al mundo de las ventas y de la moda fue como vendedor de guantes en la tienda Brook Brothers. Luego trabajó para un fabricante de corbatas y a los 28 años armó su propia colección de corbatas elaborada con retazos y creó su primera marca, Polo. Tan solo cuatro años más tarde, emprendió en la moda femenina y con ella introdujo por primera vez en sus diseños el logotipo emblemático de su imperio, el jugador de polo a caballo.
En ese punto de su carrera, ya convertido en Ralph Lauren, era imparable. Fragancias, colecciones, aperturas de tiendas fuera de Estados Unidos y así, la lista es larga. Fue encargado del vestuario de la película El Gran Gatsby, versión de 1974 protagonizada por Robert Redford y marcó un hito en la historia de la moda con la ropa que diseñó en 1977 para Diane Keaton en el papel de Annie Hall, en la película del mismo nombre de Woody Allen.
Audrey Hepburn resumió la importancia de Lauren comentando: 'Si dices que algo es muy Ralph Lauren, inmediatamente se entiende lo que quieres decir'.
Su musa es su esposa Ricky –con quien se casó en 1964− y con quien tiene tres hijos: Andrew, David y Dylan. Y su amor por el hogar también lo llevó a expandir su marca a otra de sus pasiones: la decoración. De hecho, allá por el año 1983, lanzó su primera colección de muebles. El diseñador tiene casas en Nueva York, Jamaica y Colorado. Todas, sin excepción, son envidiables; no solo por el espacio en sí, sino por la decoración que ha sido pensada desde el punto cero por Ralph y su esposa: platos, sábanas, sillas, cristalería, menaje. Todo lo eligen, lo diseñan y, claro está, lo venden bajo la línea Ralph Lauren Home. Es que su nombre es ya la definición de un estilo de vida.
Retos constantes
Acaba de celebrar 50 años en la industria con un desfile en la Semana de la Moda de Nueva York que ocupó las emblemáticas terraza y fuente de Bethesda, en pleno Central Park, al que fueron invitados como Anna Wintour, Steven Spielberg, Bruce Springsteen y Hillary Clinton. En la cena que siguió, fue Oprah la encargada de hacer el brindis de honor. Estar de moda por medio siglo no exige algo menos.
Ciertamente, no ha sido fácil. Hace apenas dos años, las acciones de la empresa −cuando estaba valorizada en 7 mil millones de dólares− cayeron drásticamente. Fue un golpe durísimo. Se despidieron a poco más de mil empleados y se cerraron 50 tiendas en el mundo. Lauren ya había cedido la dirección creativa con la intención de renovar la marca, pero la crisis y el surgimiento de marcas rápidas no perdonó a nadie en la industria.
Al hablar del tema, el empresario confiesa que reponerse fue posible porque su marca ya estaba consolidada; había plantado unas raíces que no se remueven por nada. Prueba de ello es que solo un año después del remezón, su ya clásico diseño Polo fue incluido en la exhibición del MoMA, Is Fashion Modern. Ralph Lauren es necesario para entender las últimas décadas del negocio del estilo.
Además de su desfile de aniversario, este año ha visto la luz el libro Ralph Lauren: 50 Years of Fashion. Para Lauren, seguir trabajando es necesario. El chiquillo que tenía claro que quería ser millonario logró su sueño en dos patadas. No solo se convirtió en dueño de una marca que ya dejó huella en dos generaciones, sino que logró encarnar la idea del sueño americano –hoy más que nunca, solo un sueño− que asegura que es posible, si te lo propones, alcanzar el éxito.
*Lee la nota completa en la edición de diciembre de Revista J.
