Eve Matin, arpista, compositora y bailarina, experimenta la música con mente y cuerpo y ve las artes como un medio para transformar la sociedad.
Todo empezó con un sueño. Eve Matin despertó una mañana y le dijo a su mamá que había soñado con un arpa. Antes, ni siquiera había visto una. Fueron al Conservatorio Nacional de Música y encontraron solo una profesora que enseñaba ese instrumento. Con 11 años, Eve empezó a tomar clases.
Su primer amor en las artes fue la danza. Inicialmente, fue bailarina de flamenco. Incluso formó su propia academia debido a la poca oferta que encontraba en Cieneguilla, donde vivía con su familia. Eve Matin llegó a ser la arpista principal de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Eve describe su experiencia con el arpa como un viaje de descubrimiento. El instrumento que toca es el arpa clásica, muy diferente a la folclórica. Está compuesta por 47 cuerdas y siete pedales de triple movimiento. Mientras fue estudiante, en el Perú no se vendía ese modelo tradicional, por lo que tuvo que completar su carrera sin tener su propio instrumento. De ahí que pasara mucho tiempo en el conservatorio, practicando. Eso hizo que su formación se enfocara en la música clásica sinfónica.
Al acabar su carrera, Eve empezó a viajar a festivales internacionales, pero no le hacía sentido representar al Perú con música clásica de Europa. Como no había canciones peruanas hechas para el arpa clásica, empezó a hacer arreglos. Eso le abrió una vertiente de creatividad y composición muy rica. Por eso, eligió estudiar el Master of Music in Contemporary Performance, en la prestigiosa Berklee College of Music, para entregarse a la exploración del arpa en diversos estilos musicales.
Ahora reside en Madrid y continúa investigando y experimentando las capacidades de este instrumento para sacarlo del contexto sonoro con el que se le conoce y llevarlo a un plano inimaginable: unir en matrimonio al arpa y a su querido flamenco.
