Por: Fiorella Iberico / 05.05.2023

La práctica de sumergirse en agua congelada como un asunto de wellness: sus practicantes y defensoresalegan incontables beneficios para el cuerpo y la mente. 



Usar el agua helada como práctica curativa no es nuevo. Hay evidencia de que el médico de la antigua Grecia, Hipócrates, recomendaba los baños de agua fría como alternativa para reducir la fatiga. Pero el enfoque que se le está dando ahora va un paso más allá: como herramienta de bienestar para el cuerpo y la mente.


Esta gran corriente la inició el atleta extremo Wim Hof, quien ha desarrollado un método que combina la exposición al frío con la respiración y la meditación para obtener supuestos efectos curativos. Hof —apodado “El hombre de hielo”— y su fórmula se han hecho tan conocidos que han aparecido en “The Goop Lab” de Netflix, la docuserie de bienestar y estilo de vida conducido por Gwyneth Paltrow.


De hecho, la misma Paltrow —quien durante los últimos años se ha dedicado a explorar terapias poco convencionales— es seguidora de este método. Así como ella, otras celebridades como Lady Gaga y Madonna han hecho público que realizan inmersiones en hielo como una terapia de restauración. Hace poco, el cantante Harry Styles ha dicho que es parte de su rutina de recuperación y mantenimiento durante su larga gira mundial.


Pero ¿cuáles son los efectos asociados a esta práctica? El peruano Tito Köster, instructor en respiración e inmersión en hielo, menciona varias. “Sumergirse en agua helada provoca la liberación de hormonas del estrés, como el cortisol. También se produce un aumento de las sustancias químicas cerebrales que regulan el estado de ánimo, como la dopamina”, comenta. De igual forma, se sabe que el frío también es vasoconstrictor y, por tanto, favorece la circulación sanguínea, al mismo tiempo que es antiinflamatorio. A eso se suman otros resultados como la activación de la rama parasimpática del sistema nervioso, que hace que el cuerpo se relaje después de un acontecimiento estresante.




También hay otro aspecto relacionado con sumergirse en una bañera de agua helada a una temperatura de entre 10 y 15 grados: el asociado a la salud mental. De acuerdo con “The New York Times”, a la fecha no hay estudios que demuestren categóricamente que el método Wim Hof o la inmersión en agua fría por sí solos mejoren el bienestar psicológico. Sin embargo, el diario menciona algunas investigaciones que sugieren que la natación en agua fría sí puede mejorar el estado de ánimo y, por lo tanto, impactar en la salud mental, ya que eso puede conllevar a otras situaciones relacionadas con el ejercicio, como pasar tiempo al aire libre, asumir un reto, socializar. Pero el frío como ingrediente activo de salud emocional no se puede corroborar.


Aquí es donde aparece el término placebo, ya que, al margen de los efectos fisiológicos demostrados, quienes llevan a cabo la inmersión en hielo pueden experimentar una sensación de mejora en su estado de ánimo, derivada de su compromiso mental con el método, un aspecto al que su ideólogo constantemente hace mención.


Para Lorena Salmón, periodista enfocada en contenido y herramientas de bienestar y autora de la cuenta de Instagram “Que seas muy feliz”, la experiencia de hacer inmersión en hielo fue para retarse y saber si podía vencer la incomodidad extrema. “Soy una persona hipersensible, con el umbral del dolor bajo. Entonces, me costó mucho, salí corriendo. Una amiga que había llegado me contuvo y me convenció de que entrara de nuevo. Sentí que pude vencer a mi mente”, cuenta.




Lo cierto es que quienes confían en esta práctica afirman sentirse vigorizados, con energía, con la cabeza despejada, más enfocados y con más capacidad para manejar la ansiedad y el estrés. En el caso de Lorena, más empoderada. Pero no hay que perder de vista que la inmersión en hielo puede ser perjudicial si no se hace con los especialistas adecuados ni se realiza con precaución. Por eso, antes de lanzarse al agua fría, mejor consultar con un especialista.

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