Por: Vania Dale / 13.11.2019

Con solo 24 años, la beauty influencer Ximena Moral ha convertido su pasión en su sustento vital y, en el camino, se ha llenado de miles de seguidores que la alientan en todo lo que hace.

El boom que experimentó Ximena con su trabajo como maquilladora tuvo como punto de partida la demanda más que la oferta. Es cierto que ya para entonces ella había creado una página de Facebook en la que se dedicaba a subir, esporádicamente, looks y posts relacionados con el maquillaje, pero lo que hizo que se decidiera a lanzarse con todo a las redes sociales fueron los comentarios de la gente que le pedía tutoriales más extensos de maquillaje. Querían más que fotos: demandaban verla recrear sus looks. Fue así como llegó a YouTube y que su cuenta de Instagram dejó de ser personal. Una cosa llevó a la otra, los looks creados por Ximena en ella misma se convirtieron en reflejo de un estilo de vida y, hoy en día, ella no es solo una reconocida maquilladora del medio, sino una influencer digital con casi 190 mil seguidores en Instagram.

Elogio de la belleza

'Yo nunca planeé ser influencer', confiesa. Al comienzo fue difícil. 'Era supertímida con las cámaras. Me pasé un año entero torturándome, pensando en que tenía que hacer mi canal, que estaba perdiendo trabajo…'. Sin embargo, reconoce que ha sido una plataforma para impulsar lo que más ama hacer: maquillar. De hecho, ser una especie de modelo de tu propio trabajo puede traer enormes beneficios… y una que otra desventaja: no todo brilla en el universo de las influencers. Pero eso ya lo intuíamos.

'Te expones mucho a la opinión de la gente, que puede ser un tanto cruel', reconoce. 'Yo creo que hay que ser bastante segura de una misma para que los comentarios feos no te afecten, pues aunque tus seguidores te defiendan, aunque leas cientos de comentarios bonitos, basta que haya uno solo hiriente para que sea ese el que se te quede en la mente'.

Elogio de la belleza

Ximena tiene claro que la decisión de exponer su vida públicamente no solo puede generar malestares como el descrito anteriormente, sino que conlleva una gran obligación. 'Hay que ser responsables con lo que queremos transmitir, con el tipo de contenido y mensaje que damos porque este llega a muchas personas'. Y, en ese sentido, al ser una influencer que trabaja en el rubro de la belleza, la responsabilidad es doble. 'Para mí, la belleza va mucho más allá del maquillaje', afirma Ximena. Claro que eso se ha escuchado antes. Entonces, ¿cómo estar seguros de creer en una afirmación que tiene mucho de lema de estos tiempos? Según Ximena, basta recorrer su Instagram. 'Yo no soy una típica blogger de maquillaje, que enseña los megalooks y va siempre supermaquillada… Siento que no va conmigo. Mis looks son siempre naturales. Me gusta enseñar mi esencia a través de ellos, enfocarme en el tema de la piel y poder hablar de una belleza interior'. Por eso, en sus redes sociales intenta incluir un mensaje inspirador con cada propuesta que postea. 'Quiero que las chicas se empoderen, que tengan claro que la belleza viene de adentro'.

Elogio de la belleza

EL ARTE DEL MULTITASK

Sus intereses son diversos y quiere incursionar en otros ámbitos creativos. Uno de sus últimos proyectos es la colección de joyas que diseñó en conjunto con Murguía que acaba de lanzarse con piezas inspiradas en la luna: un elemento con el que se identifica plenamente.

Entre sus compromisos de influencer y su trabajo como maquilladora, Ximena tiene el tiempo copado. Está ocupada, sí, pero agradece poder manejar sus propios tiempos. Sobre todo porque eso le permite pasar más tiempo con Noah, su pequeño hijo.

Elogio de la belleza

Desde que Noah llegó a su vida, cuenta Ximena que 'solo han pasado cosas buenas'. Aunque ser mamá joven puede ser muy atemorizante, Ximena no sufrió pensando en que su hijo le truncaría la vida: Noah se convirtió en su motor para todo, en quien le hizo sacar fuerzas de donde no había. 'Antes de que él naciera no tenía idea de qué iba a pasar con mi vida', dice entre risas. 'La verdad de la situación es que cuando Noah llegó, yo no era nada. Estoy segurísima de que si él no existiera, yo no estaría acá parada haciendo lo que hago'. Ximena procura llenar su agenda en las horas en que Noah va al nido, para luego poder pasar la tarde o la noche con él, jugar y hacerlo dormir. 'Yo siento que llegó en el momento perfecto. Vino a hacerme la vida mejor', asegura, con una serenidad que es también una forma de belleza.

Elogio de la belleza

*Lee la nota completa en la edición de enero de Revista J.

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