En un mercado donde los postres suelen seguir fórmulas ya conocidas, Ale Beingolea decidió hacer una pausa, mirar hacia adentro y replantear la manera en que disfrutamos lo dulce.
Su proyecto, LaLata by Lucitana, no solo ha llamado la atención por su originalidad visual, sino también por el espíritu auténtico y transparente que define cada una de sus creaciones.
La historia empieza en la cocina, cuando era niña, donde Ale descubrió que mezclar ingredientes podía no solo transformar sabores, sino también crear momentos. “Era increíble ver el resultado, para mí era perfecto. Me gustaba ver cómo algo tan simple como mezclar ingredientes podía transformarse en algo que unía a la gente”
Ese recuerdo fue el primer paso de una relación con la repostería que, años más tarde, se convertiría en su plataforma creativa.
Lucitana: el laboratorio de ideas
Antes de LaLata, nació Lucitana, un espacio que Ale describe como su laboratorio, su terreno de juego. “Fue el espacio donde pude explorar, equivocarme, aprender. Un laboratorio donde juego con mezclas y me encanta estar todo el tiempo probando sin miedo”
Es ahí donde empezó a imaginar una línea que reflejara su forma de ver las cosas: real, sin adornos, sin filtros. Esto la llevó a una pregunta simple: ¿Por qué ocultar lo que hace que un postre sea tan especial?
LaLata: una idea que sorprende
Esa reflexión se convirtió en el punto de partida de LaLata. “Un día estaba armando un postre por capas y, de repente, pensé: ¿Por qué esconder esto?” La idea de una lata transparente llegó como un gesto honesto, coherente y hasta disruptivo.
“La lata tiene algo cotidiano, industrial… y cuando la abres te encuentras con un postre gourmet adentro. Lo que ves es lo que hay”, explica. En un mercado acostumbrado a los frascos “bonitos”, Ale apuesta por lo inesperado, por dejar que cada capa cuente una historia.
Cada sabor nace de una emoción, un momento, o incluso un descubrimiento. “Trabajo mucho en que haya un equilibrio entre lo que ves y lo que pruebas… cada lata tiene su carácter, su propio ritmo”. Y, como buena embajadora de la gastronomía nacional, incorpora ingredientes peruanos emblemáticos como la lúcuma o la chirimoya, creando puentes entre lo local y lo contemporáneo. “LaLata es peruana en esencia” Cuando el público abre una lata de LaLata, la reacción es inmediata: sorpresa, curiosidad, sonrisa. “No esperaban que una lata pudiera tener un postre delicado y balanceado… esa reacción es justo lo que buscaba”
Este elemento sorpresa, sumado a la estética limpia de la marca, ha permitido que LaLata se posicione como un concepto fresco dentro del panorama gastronómico limeño.
Claro que el camino no estuvo libre de retos: desde encontrar el envase adecuado hasta convencer al consumidor de que sí, es una lata, aunque no una cualquiera. “Cada reto fue una oportunidad para reafirmar el concepto… varias noches sin dormir”, recuerda.
Lo que viene: abrir más que latas
Con 16 sabores en su lanzamiento, LaLata ya promete convertirse en una marca expansiva. Las metas incluyen nuevos sabores, colaboraciones y expansión dentro y fuera del país. “Tenemos tantos planes… LaLata tiene mucho por contar todavía, y lo lindo es que cada apertura se siente como un comienzo nuevo”



