26.09.2025

 LADY BEE

 Av. Pedro de Osma 205, Barranco





Es probable que muchos de los que lean esto hayan conocido el primer espacio de Lady Bee en Miraflores: con Gabriela León en una cocina mínima, y Alonso Palomino y Alejandra León intercalando el servicio entre barra y terraza, neones de flores blancas, sillas altas, cubiertos escondidos y brindis que terminaban apretados y felices. Fue ese Lady Bee el que nos devolvió al mapa de la coctelería mundial.



 Lady Bee ocupó el puesto 16 de la lista The World’s 50 Best Bars y sigue siendo el mejor bar de Perú. Y uno de los pocos lugares donde la comida está a la altura de la copa.




Ahora, la colmena cruzó el puente. Más manos, más horas de vuelo, nuevos colores y un local en Barranco donde todo (el diseño, la arquitectura, la barra y hasta el baño) han evolucionado. La carta mantiene lo que hay que mantener: coco boulevardier, plátano perita, milanesa con koji, y suma otros que llegan para quedarse: cocteles a base de té, calamares crujientes y una tabla de charcutería que nadie debería saltarse.



AGAVE

General Mendiburu 845, Miraflores



Agave aparece como un respiro verde que le baja las revoluciones a la ciudad. La idea nace de Bruno Binda y Alessandra Mendoza, arquitectos y paisajistas que imaginaron un espacio donde su estudio pudiera convertirse en algo más. Levantaron una barra de café de especialidad que trabaja con distintos métodos de extracción, una carta breve de panes y tostas hechas con insumos de estación, y una pastelería donde destacan el canelé de vainilla pompona amazónica y la galleta de macambo. Cada producto busca reconectar con el origen.



Una degustación con maridaje en la terraza al aire libre, un café y una tosta de paiche en la sala de estar, o la mesa grande de coworking, pensada para trabajar sin distracciones.





 JOLGORIO

 Conquistadores 1250, San Isidro




Franco Ferreyra conquistó Conquistadores. Primero abrió Barracones, en la esquina frente al que fue su colegio, María Reina. Dos años después, apostó por un segundo local en la misma cuadra, pero con otra idea: no más cebiches ni mariscos. Esta vez quería un espacio criollo, lo bastante grande como para armar un jolgorio de cajón y guitarra los fines de semana. La oportunidad llegó con una casona antigua, la primera construida en esa cuadra, según explica Franco



Hay platos de fondo pensados para compartir y llegar, sin falta, al suspiro a la limeña final. Pronto, el segundo piso se convertirá en zona de privados.





Lo primero que se ve es la sala decorada con ornamentos coloridos y una chimenea que se enciende cuando el frío amerita. Luego, el patio interior con vista directa a la cocina. Ves el fuego, escuchas el chisporroteo, hueles los anticuchos antes de que lleguen a la mesa. Y, cuando se trata de comer, papa a la huancaína mitad clásica para los puristas, mitad prensada como en el norte; tamalito verde con salsa criolla; arroz con pollo iluminado con zapallo loche.



PERRO GATO PERICOTE

Sánchez Carrión 173, Barranco



El boulevard que desemboca en La Noche de Barranco se ha hecho conocido por bares ruidosos y jaladores que ofrecen la primera cerveza gratis, en un lugar que, con un poco más de visión, podría convertirse en un verdadero polo gastronómico. Para suerte de todos, llegó Perro Gato Pericote a plantar el cimiento.



Hay cerveza, negroni bien hecho en batch, una carta precisa con sando, papas fritas con queso y cebolla (uno de mis favoritos) y tacos asesorados por Emilio Masías, cocinero mexicano amigo de la casa.





Patricia dejó la sociedad que tenía en Cultivo, su primera panadería, para emprender este camino. Arriesgada o visionaria, ha montado una cafetería-bar que funciona todo el día… Y funciona bien; además, con precios lo bastante amigables como para volver un par de veces por semana. 



MASA SOBRE MESA

 Arica 399, Miraflores



Renzo Ángeles empezó amasando por puro placer los martes de pizza en su casa, con el horno encendido, la mesa larga y los amigos esperando a ver con qué iba a sorprenderlos esa noche. Salsas distintas, ingredientes que encontraba en el mercado esa semana. Nunca pensó en un restaurante —“antes loco”, decía—, hasta que su mamá le insistió



Pide la ensalada Jardincito, la pizza Charapa e, insisto, no te vayas sin el flan





Eligió un local en Miraflores y, como quien arma un álbum con sus mejores fotos, seleccionó las ocho pizzas más queridas de aquellas noches. La obra duró menos de un año. Su mamá no llegó a verlo abierto. Hoy está detrás de la barra, en una foto que la muestra con una pizza en las manos; a su lado, Renzo sostiene la crema volteada que ella hacía para engreír a todos. Ese postre sigue en la carta, no solo como homenaje, sino porque todavía es, sin discusión, la mejor forma de terminar la noche.

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