'Cuando extiendes tu propia bondad hacia los demás, tanto tú como la persona
que la recibe experimentan un bienestar fisiológico'.
Fortuna Ludmir, directora de la fundación Believe in Kindness, cuya misión es promover la bondad como agente de cambio social,
y autora del libro ¿Cómo hacer el bien y que te vaya bien?
Vivimos en tiempos complicados. Velocidad, violencia y soledad que se cuelan en múltiples aspectos de nuestras vidas. En el corazón de esta realidad están las formas que actualmente tenemos de relacionarnos; es decir, cómo nos hablamos, escuchamos y comprendemos, y cuán saludables y sólidos son nuestros vínculos. También, cuán conscientes somos de nosotros mismos y los efectos de nuestras acciones en la vida de los demás.
En este contexto, practicamos mucho el mindfulness como una manera de mirarnos hacia adentro. ¿Pero qué pasa cuando aplicamos el mindfulness para propiciar una mejor relación con nuestro entorno? La bondad se nos presenta como una poderosa herramienta de cambio, tanto individual como social. Pero la bondad a la que me refiero no es solo ternura y solidaridad. Me refiero a una bondad consciente, con base científica, que es considerada una habilidad que se puede entrenar, y que abarca no solo la empatía sino también la acción, y la posibilidad de generar bienestar y prosperidad a nuestro alrededor.
Cuando extiendes tu bondad hacia los demás, tanto tú como la persona que la recibe, e incluso quien es testigo, experimentan un bienestar fisiológico. Se genera oxitocina, la hormona del amor y de la empatía. Estudios revelan que practicar la bondad tiene un impacto positivo en nuestro cerebro, porque estimula la serotonina y la dopamina, neurotransmisores que nos dan esas sensaciones de satisfacción, placer y bienestar. También se liberan las endorfinas, las sustancias que produce nuestro propio cuerpo para aliviar el dolor.
Se trata de dar lo mejor que uno puede con sostenibilidad: cuidando la fuente para que no se agote, propiciando el autocuidado y, sobre todo, la autocompasión, que no tiene nada que ver con victimización, sino con comprender que hiciste tu mayor esfuerzo y así alejarte de la culpa y reducir el sufrimiento, sin que dejes de asumir la responsabilidad de mejorar. Tratarte bien y cuidarte es el primer paso para propiciar el bienestar.
La bondad se puede enseñar como un valor fundamental y una habilidad práctica, que facilita el desarrollo de la empatía, la resiliencia y la autoestima. Esta “bondad activa” permite que cada persona descubra y ejerza su poder en la creación de su propia historia y la de su entorno. Es una transformación positiva que se origina en nosotros y se expande hacia la comunidad.
Algunas sugerencias de bondad activa que puedes implementar: Escoge un lenguaje bondadoso porque tus palabras tienen un efecto en tu cerebro y el de los demás; agradece cada día, no solo mentalmente, sino expresando tu gratitud en palabras, mensajes o llamadas; compra responsablemente, eligiendo productos y servicios que generen solidaridad y cuidado en la comunidad. No desestimes el gran poder que tiene un acto sencillo.
La bondad deviene en confianza, y esta genera transacciones personales de distinto tipo: emocionales, como amistades o romances, e incluso económicas, como sociedades y negocios. A mayor cantidad de transacciones basadas en la bondad y la confianza, mayor florecimiento y éxito, tanto en tu vida como en la de quienes te rodean. ¿No es esta razón suficiente para vivir, criar, liderar y amar desde la bondad?