El estilo propio de Tania Jelicic se refleja también en sus espacios personales. Su casa de Punta Hermosa es fiel reflejo de todo aquello que motiva a la directora creativa de Balkánica: la mezcla, el color, la proximidad del mar.
Pocas personas tienen el buen gusto para unir elementos tan heterogéneos en un mismo espacio. Tania Jelicic es una de ellas. La directora creativa y fundadora de la marca peruana de moda y lifestyle Balkanica, ha sido capaz de armonizar con mucho estilo piezas que ha ido recolectando a lo largo de su vida para componer el interiorismo de su casa de playa en Punta Hermosa.
Por donde se le mire, el lugar está lleno de detalles. “Soy recolectora por naturaleza”, se define Tania. Pero no se tratan de objetos cualquiera. Todos tienen una envergadura sentimental que ella ha puesto en valor, como las piedras que han recogido sus hijos de la playa a lo largo de estos años y que fueron agrupadas en un cesto, o los fanzines de su padre que ahora forman parte de ese diseño interior atemporal y sui géneris que caracteriza su espacio.
Pero la casa no siempre lució así. La multifascética creativa –que ha trabajado en cine y teatro, entre otras inquietudes artísticas– atraviesa por un etapa de cambios que ha extrapolado a su hogar de verano. Hace poco llegó de un viaje a México y su última parada antes de regresar a Lima fue la casa estudio de Luis Barragán. Esa visita cambió su perspectiva. “Sentí una conexión con lo que vi y al volver decidí reformarlo todo”, cuenta Tania. El resultado es un vibrante tono magenta de la pared de la escalera, que se aprecia detrás de la sala y que conduce a la segunda planta de la casa.
Además de ese acento de color audaz, Tania también decidió desaturar los elementos de la decoración y retiró una buena parte de ellos para acercarse a esa “vibra conceptual” con la que se siente más cómoda actualmente. Eso sí, conservó el arte de sus hijos, especialmente el de Jacobo, su hijo mayor, quien es artista. A ellos se le suman obras, como una pintura de Hernán Pazos, un tótem de Rocío Rodrigo y fotografías de Sonia Cunliffe.
En su dormitorio, Tania acaba de hacerse de una exquisita pintura de flamenco de la artista Belén Rodríguez, que corona la cabecera de su cama, y conversa con el otro arte, los libros y las fotos. Para Tania es importante estar rodeada de estímulos en todo momento, también en los más privados.
La amplitud, el horizonte, el sinfín, siempre la ha movido, de ahí que le encante la playa. De hecho, el mar y la naturaleza son su gran inspiración creativa: esa brisa se respira en su trabajo, en su casa, en sus viajes y en su forma de vida.
Ella es “anconera” de nacimiento y ha veraneado ahí toda su infancia y adolescencia, así que apenas pudo buscó su propio mar para refugiarse y sumergirse. Conoció el sur chico y le encantó la onda. Ya han pasado doce años desde que ocupa esta casa. Lo único que se ha mantenido estática es la arquitectura, porque la esencia de la decoración ha mutado al igual que Tania.
“Creo que todos tenemos que evolucionar en nuestras vidas”, finaliza ella. “Uno tiene que ir con lo que va sintiendo, porque no son tendencias en realidad, es lo que fluye desde dentro”.
