Por: Marilú Podestá / 12.02.2025



Una encuesta realizada por Forbes Health y OnePoll en Estados Unidos
revela que el 78 % de los usuarios de aplicativos de citas experimenta
fatiga mental devenida de su uso.





“Tengo 39 años y no puedo arriesgarme”, escribe la periodista y asesora de imagen Marilú Podestá. “¿Me quedo en las apps o regreso a la barra de un bar, a ver si algún soltero se acerca a conversar?”, se pregunta, para luego desentrañar alternativas y respuestas sobre citas en tiempos digitales.


“A veces parece que el corazón elige con los ojos cerrados y los dedos cruzados”, leí por ahí. Todo bien con el amor ciego, pero elegir a un hombre cruzando los dedos ya es un deporte de riesgo que vengo practicando los últimos cinco años.


Están Tinder, Bumble, Hinge, Grindr (para la comunidad LGTBI+). También plataformas como Raya, que es privada y bajo membresía, o Luxy, que evalúa al solicitante en base a su atractivo y su salario. Sea cual sea, estas apps se parecen mucho a comprar en Amazon: te entusiasmas porque es fácil, no te gusta y lo devuelves. ¿Es mejor entonces conocer a alguien cara a cara? ¿Es posible? Personalmente, no tengo respuestas (sí anécdotas); sin embargo, esto ya es caso de estudio.


La reciente encuesta conducida por Forbes Health y OnePoll se refiere al fenómeno de fatiga por uso de apps de citas (dating app burnout en inglés), que es definido como el sentimiento de agotamiento emocional, mental o físico derivado de usarlas. ¿Cuál es la fuente de esta fatiga según el estudio? El 40 % de los encuestados respondió que es la “incapacidad para encontrar una buena conexión” a través de estas plataformas. La siguiente razón más común es sentirse decepcionado o rechazado por alguien a quien conocieron en una app de citas.


Hacer swipe significa deslizar el dedo: hacia la derecha, te gusta el perfil; hacia la izquierda, lo descartas. Lo positivo es que puedes tratar de conseguir al (siguiente) amor de tu vida en pijamas, sin salir de casa ni depilarte. Si el mercado no te convence y la desesperación es grande, también puedes pagar extra para acceder a un catálogo internacional.


Puedes ser asertiva y comunicar lo que buscas en la biografía. Yo solía poner: “Solo relaciones serias y alérgica a los ‘princesos’”; así cortaba el 90 % de cabezas. Pero eso tampoco garantiza nada. Los hombres no leen las biografías. Para mí, la mayor parte de los prospectos virtuales tiene graves deficiencias emocionales. Desde el que te saluda con un “hola, bebé” hasta el que cuelga fotos con lentes de sol, barba tupida y gorra (¿dónde está tu cara, cómo la encuentro?), pasando por el que tiene fotos con un auto al lado.





Existe el fenómeno de fatiga por uso de apps de citas (dating app burnout en inglés), que es definido
como el sentimiento de agotamiento emocional, mental o físico derivado de usarlas.



Salí con uno que me pidió un Uber de regreso, estando él en auto, y al día siguiente me propuso que “cayera en su depa”. Luego, con un tablista que usó mi toalla para taparse mientras se ponía el wetsuit y me dejó en la playa para correr olas “media hora”. También salí con un chico a quien le faltaba un diente, pero tenía el último iPhone. Era guapo y gracioso y, como asesora de imagen, me atreví a sugerirle que corrigiera ese detalle de su sonrisa. Me bloqueó. Nunca sabré si me hizo caso.


“Las citas contemporáneas suelen percibirse como muy frías y pragmáticas. Hay una sensación de que las personas se reducen a productos: analizas, evalúas, guardas o desechas. Te lo hacen a ti y tú a otros”, explica la reconocida psicoterapeuta Esther Perel, famosa por su trabajo en las relaciones humanas. En su opinión, esta forma de “conocerse” carece de “la aventura, curiosidad, creatividad, anticipación y misterio” que sí suelen estar en un contexto más espontáneo cuando se conoce a alguien que nos gusta o con quien hacemos conexión –en la vida real–. Por eso, la especialista recomienda intentar primeras citas que tengan una actividad involucrada (porque la energía del cuerpo cambia cuando se está haciendo algo), como una caminata, escuchar música en vivo o simplemente manejar.


Una amiga se unió a un grupo de running: desde hace buen tiempo son el espacio para conocer gente. También están los clubes, como Soho House. No todo pasa de noche: no es mala idea sacar al perro al parque con los ojos bien abiertos. Y hace poco se hizo viral el plan de pasearte en un supermercado con una piña en el carrito, a manera de señal. Era un trend y una broma, pero hubo más gente que nunca en la sección de frutas. Hace poco, saliendo de un bar (es decir, de la manera más tradicional) conocí a un chico: entre otras cosas, me contó que era doctor. Le di mi Instagram y empezamos a conversar por DM. A los pocos días, le pregunté su especialidad. “Doctor del swing”, me respondió.


Las apps son como un buffet: mucha oferta, poca calidad. La vida real es un restaurante más exclusivo, pero la carta está complicada: pocas opciones, cantidad reducida. Quizá, poniendo mucho empeño, algún plato podría sorprenderte.






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