Por: Gabriela Ramos / 05.03.2020

“Pierde la mente y déjate llevar por los sentidos”. Esa es la premisa con la que Dar Jaguar Riad, el exclusivo hotel boutique propiedad de la diseñadora británica Lucia Silver, invita a vivir una extravagante experiencia bajo la romántica atmósfera de Marrakech. Conversamos con ella sobre la historia de este encantador proyecto.



La plaza Jamaa el-Fna es el centro de la vida de Marrakech. Declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, el lugar se ha convertido en el punto de confluencia de manifestaciones artísticas, comercios locales y turistas que llegan en busca de absorber un poco de la mística y del espíritu de esta ciudad marroquí. A solo 5 minutos de ahí, como un oasis en medio de esta vorágine cultural, se ubica el Dar Jaguar Riad, un hotel boutique construido sobre lo que fue una antigua riad, la clásica vivienda marroquí que se caracteriza por estar distribuida alrededor de un patio o jardín central. El hotel abrió sus puertas el 2008 y, con el transcurso de los años, se ha convertido en el destino ideal para escapadas románticas, despedidas de soltera, ceremonias de boda o lunas de miel.





Amor a primera vista

Lujo y glamour son pautas que han marcado, desde siempre, el estilo de vida de Lucia Silver, la propietaria del hotel. Dedicada a la alta costura, la diseñadora británica ha vestido con sus creaciones a artistas de la talla de Gwen Stefani, Kate Moss, Keira Knightley, entre otras; actualmente, maneja State of Grace, una línea de vestidos de boda personalizados. Cada detalle de sus diseños está meticulosamente pensado para desbordar pasión y estilo. Y esa es precisamente la esencia que quiso trasladar al Dar Jaguar Riad, su “pedazo de cielo”, como ella lo define. Pero la tarea no fue nada fácil.

Acostumbrada a la rutina de Notting Hill, en Londres, la primera visita de Lucia a Marruecos se dio producto de un anhelo profundo por explorar y descubrir nuevas experiencias. Una vez allí, quedó cautivada. “Citando a Yves Saint Laurent, Marrakech me introdujo en el color”, describe la diseñadora, quien, a partir de ese momento, sintió la necesidad de aferrarse a un pedazo de esa tierra. Así surgió la idea de establecer un hotel boutique en la ciudad, un espacio que le permitiera disfrutar de su descubrimiento no solo a ella, sino también a sus clientas o a cualquier turista que se atreviera a dejarse envolver por esta propuesta.

La búsqueda del lugar perfecto tomó varias semanas. Marrakech es un destino que invita a la conexión sensorial, pero puede ser bastante abrumador. El objetivo era encontrar un sitio céntrico que a la vez permitiera tomarse un descanso de las multitudes y del ritmo frenético, que desborda los zocos o mercadillos árabes. “Después de visitar más de treinta riads, encontré lo que estaba buscando. Al final de un callejón silencioso, detrás de una puerta de cedro, me hallé caminando dentro de este patio maravilloso con palmeras cubiertas por frondosas buganvillas. Luego subí a la terraza, que tenía una vista tan mágica a la medina que me dejó sin aliento. Supe de inmediato que eso era amor”, confiesa Lucia, para quien esta construcción resultó el “lienzo perfecto” para instaurar su “pequeña joya dentro de la ciudad roja”.





Detalles precisos

La estructura del lugar, con influencias marroquíes y orientales, era perfecta para hacer realidad la visión de Lucia; sin embargo, las remodelaciones fueron necesarias. Durante un año, artesanos locales trabajaron arduamente en la restauración: añadieron arcos típicos marroquíes, majestuosas puertas de cedro, candelabros de inspiración siria, paredes talladas a mano, alfombras trabajadas cuidadosamente, azulejos pintados a mano, entre otros. El resultado es un espacio de cuento que alberga la mística característica de la ciudad, pero sin el ruido, y que mantiene las particularidades de las construcciones típicas de la ciudad con el confort y los altos estándares de los tiempos actuales.

Cada habitación tiene una identidad definida, un nombre particular y una paleta de colores asignada. Son solo cinco: The State of Grace, una suite de lujo con arcos históricos y paredes talladas a mano, perfecta para noches románticas; Babylonian Vamp, un idílico ambiente de tonalidades magentas que invita al descanso; Peridot’s Powder Room, un cuarto adyacente al jardín central inundado de aromas florales; Damascan Blush, inspirada en los colores del desierto y en el antiguo mundo de Damasco, la ciudad jardín; y Gossamer Wings, una habitación con una maravillosa iluminación natural que combina a la perfección con las tonalidades aguamarina de las paredes.

El mobiliario de cada una de ellas ha sido elaborado por artesanos locales, las camas están coronadas de cojines recubiertos con seda y la iluminación obedece a un estilo bizantino: sus coloridas lámparas colgantes sirias fueron elaboradas con cristales y cuentas elegidos uno a uno con minuciosidad.




Experiencia hecha a medida

Bien dicen que lo bueno viene en frasco pequeño. Aunque las instalaciones del Dar Jaguar Riad no se caracterizan por su extensión –el hotel ofrece alojamiento para unas 10 a 12 personas–, es justamente eso lo que les permite brindar una atención altamente especializada. Un personal concierge estará siempre disponible para agendar actividades que se adapten a los perfiles de cada huésped: desde los servicios más clásicos, como masajes, spa y tratamientos de relajación, hasta fiestas a la luz de las velas, clases de danza del vientre o excursiones al desierto o a las montañas para los más osados. La experiencia gastronómica también promete ser inolvidable. Dar Jaguar Riad ofrece tours por los principales spots gastronómicos de la ciudad, clases privadas de cocina y banquetes inspirados en Las mil y una noches. “¡La comida que ofrecemos es irresistible! Fuimos seleccionados por el reconocido chef Gordon Ramsay para brindarles un tour a los miembros de su equipo a través de los mercados de la ciudad y luego enseñarles los secretos culinarios de la cultura marroquí”, anota, orgullosa, la propietaria.

Muy cerca de allí, además, se ubica el Spice Market, uno de los mercados más turísticos de la ciudad, además de las principales tiendas de souvenirs, cafés y restaurantes típicos. Ya sea que se tenga alma de foodie, de aventurero o de romántico empedernido, Marrakech –y, en concreto, el hotel Dar Jaguar Riad– parece ser el destino perfecto.

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