13.11.2019

Con una premisa insólita y surreal, Unicorn Store pone sobre la mesa algunas de las dificultades más comunes de convertirse en una persona adulta. El colorido filme marca el debut como directora de Brie Larson.

El mundo a colores

Brie Larson es ambiciosa y eso hay que reconocerlo. Una cosa es estrenarte como directora a los 29; y otra, estrenarte como directora a los 29 y hacerlo frente a cámaras, pero tener un Oscar en tu repisa de premios debe ser el disparador de confianza necesario para lograr semejante hazaña, ¿verdad? Es justamente este galardón (que Larson recibió en el 2016 como Mejor Actriz por Room) el que, según dicen los medios, le ha permitido debutar con Unicorn Store, un proyecto basado en el guion de Samanta McIntyre y para cuyo protagónico Larson ya había audicionado sin éxito cinco años atrás. Tras hacerse de la estatuilla, los productores de la película cambiaron de opinión y le ofrecieron la oportunidad de dirigirla con la condición de que la protagonizara también.

Para la Captain Marvel, la elección de la cinta para ser aquella que marque el primer hito en la historia de su potencial carrera como directora parece deberse a motivos emocionales y personales. 'Siento que esta película es como un autorretrato abstracto de mí misma', ha dicho Larson en una entrevista previa al estreno.

Pero ¿qué podrían tener en común Brie Larson y Kit, la mujer joven que se siente un 'gran fracaso' y que sigue soñando con unicornios? Es difícil saberlo con certeza; aunque la personalidad burbujeante de ambas podría ofrecer alguna pista acerca del lado más naive y soñador de la actriz de Room.

El mundo a colores

UN UNICORNIO, UNA PROMESA

'Después de ser expulsada de Bellas Artes y luego de conseguir un trabajo aburrido, Kit, una pintora con mucha imaginación, cumple el sueño de adoptar un unicornio', se lee en sinopsis de la película, que usa el relato de esta mujer inmadura y ciertamente excéntrica −pero excéntrica a lo Iris Apfel, no a lo 'asesino serial'− como alegoría de lo que significa crecer, de la importancia de 'ser uno mismo' y de mantener el contacto justo con nuestro niño interior, y de la búsqueda del amor incondicional, personificado en la figura del unicornio, ícono popular elevado al estatus de Dios de lo mágico y lo perfecto por los centennials −personas nacidas a partir del año 2000, según Wikipedia−.

Por momentos, el filme se siente como una gran parodia, lo cual está bien. Y hay que reconocer que existen algunos diálogos breves que, más bien, son memorables. Como ese que la protagonista entabla con el vendedor de un supermercado justo después de su primera visita a la tienda de unicornios. 'Vi algo que no creo que sea verdad, pero ahora parece que podría ser verdad, y sería muy bueno si lo fuera', le dice Kit. A lo que el vendedor responde: '¿Como Jesús?'. Touché. O aquel que implica una crítica a la extrema conceptuosidad del arte contemporáneo, cuando Virgil, el trabajador de una tienda de materiales de construcción/futuro novio de Kit/maestro carpintero en potencia, a quien da vida Mamoudou Athie, elogia la obra artística de la fanática unicornial y ella desmerece el cumplido arguyendo que su maestro, una gran figura del arte contemporáneo y 'el primer artista en poner un palo dentro de una caja', opina que es mala. Estos momentos y alguna que otra frase −como 'todos buscamos la felicidad y, si tenemos suerte, podemos comprarla en una tienda', que pareciera ser una referencia directa al mundo consumista en el que vivimos− son los picos del largometraje.

Podría decirse que lo más interesante de Unicorn Store es lo accesorio. La película se regodea en imágenes preciosistas dignas del mundo de ensueño que plantea −que por momentos podrían confundirse con stills de alguna película de Wes Anderson− y presta mayor atención a todo lo concerniente al departamento de vestuario y caracterización que al tratamiento de la trama y a la puesta en escena.

De hecho, algunas críticas al filme hablan de un mal trabajo de Larson como directora. 'Hay un grave desajuste entre la personalidad del guion de McIntyre y el estilo de dirección de Larson, que resulta totalmente incompatible', opina Peter Debruge, de Variety. Independientemente de si esa afirmación se ajusta a la realidad o no −imposible juzgar sin haber leído el guion original−, no es exagerado decir que Unicorn Store está más pendiente de la forma que del fondo: heno teñido de colores, blusas y chompas tonos pastel, encaje, zapatillas urbanas, casacas llenas de parches y pines, bisutería infantil, y mucha, mucha escarcha ostentan un protagonismo que se vuelve desmedido cuando se contrapesa con la historia detrás.

A pesar de todo, la duración justa y las apariciones de un Samuel L. Jackson vestido con trajes dignos de un vendedor de unicornios y de la siempre genial Joan Cusack (que interpreta a la madre de la protagonista) hacen de Unicorn Store una película entretenida y visualmente atrayente. Obviamente, llena de glitter.

El mundo a colores

Recomendados

Perfil

Sandra Weil

Silueta en movimiento

Retratos: Sanyin Wu / Styling: Mimi Burstein [+]

Especial

Madres e hijas

Lazos de sangre

Fotos de Morfi Jiménez y Camila Rodrigo / Maquillaje y peinado: Olga Soncco y Arenna Alva [+]

Editorial

Mirella y Aissa

Partes de un todo

Fotografía: Alejandra Vera / Dirección de arte y estilismo: Sara Vílchez / Maquillaje y peinado: Kevin Choi / Modelos: Mirella Martire y Aissa Chrem [+]

Suscripción newsletter

He leído, comprendo y acepto los términos y condiciones generales de uso y la política de privacidad, declarando ser mayor de edad.

Mensaje enviado