Compone canciones, las canta; escribe libros y los hace; borda, performa, modela. La energía creativa de Nuria Zapata la inquieta. Acaba de estrenar video musical con su proyecto La Zorra Zapata y su siguiente movimiento está por verse.
Te mueves en muchos ámbitos. ¿Alguno te es más cómodo?
Lo que verdaderamente me da comodidad es saber que puedo pasar de una disciplina a otra. El no tener que considerarme una sola cosa me permite ser más efectiva en todas las cosas que hago. Mis intereses varían e intento satisfacerlos. Últimamente, ando más enfocada en la música.
¿Qué sensaciones te generan las diferentes expresiones que exploras?
La música me da el componente performativo, de riesgo, la adrenalina; el arte plástico y los libros-objeto me dan momentos más solitarios y de silencio en mi taller. Ambos son necesarios para mí.
¿Cuán importante es el azar en tu arte y en tu vida?
Muy importante. Me gusta grabarme improvisando y luego escuchar la grabación mil veces. De ahí sale la estructura principal de mis canciones. También me encanta rescatar sonidos que se cuelan en las grabaciones. En todos mis proyectos, me gusta tomar el error como una intención oculta.
Has vivido en muchas ciudades (Lima, Tarapoto, Buenos Aires, Nueva York). ¿Cómo ha influido en ti esta movilidad?
Por momentos me ha pesado no tener un hogar fijo, pero creo que he aprendido a ser portátil y desprendida. Además, el cambio me mantiene entretenida, me obliga a ser distinta. Cambiar –de casa, de país, de oficio, de color de pelo– me mantiene despierta y con una curiosidad hambrienta.
¿Cómo fue el proceso de grabar el video para la canción “Increíble”?
Hermoso. Di un concierto y en el público vi a dos chicos mirando atentísimos el show. Cuando terminé se me acercaron a decirme que querían hacerme un video. El rodaje fue largo, además yo ese día estuve resfriadísima. Pero fue entretenido y el equipo que se armó fue muy paja.
¿Qué nos puedes contar sobre el disco que se viene de La Zorra Zapata?
El disco tiene 8 canciones: 7 mías y una colaboración con Nico Saba. Lo estamos produciendo con Alonso Bentín, con el sello Monclova Records y hemos querido respetar el sonido en vivo. La química que he conseguido con Alonso es muy buena, y creo que los dos estamos al servicio de las canciones. Este año he aprendido toneladas sobre música.
¿Cuáles son tus referentes musicales?
Encuentro muchos sonidos, melodías, tendencias y ritmos de otros cantantes y bandas en mi música. A veces, escucho una vocecita medio Thom Yorke; Juana Molina usa mucho loop en sus canciones y yo también. También me encanta la salsa y siempre ando pidiendo líneas de bajo salseras. El inconsciente roba sonidos todo el tiempo: yo lo dejo y esa mezcla al final suena a algo propio.
Por otro lado, ¿cómo equilibras tu trabajo artístico y el modelaje?
Me siento cómoda y me divierto frente a la cámara. El equilibrio se da naturalmente. Digamos que el modelaje subvenciona mis proyectos artísticos.
¿Cómo defines tu sensibilidad?
Cualquier territorio que bordee la intimidad y lo personal despierta mi sensibilidad.
¿Cuál es el último libro que has leído?
El libro tibetano de la vida y la muerte.
¿Cuál es esa canción a la que no puedes dejar de ponerle repeat en tu playlist?
Me pasaron un concierto de Marilina Bertoldi, una cantante argentina y ando pegada con “Tito volvé”.
¿Cuál es la última exposición de arte que viste?
El barro, la culebra y sus principios de Ana Navas en Crisis Galería. Objetos de la vida cotidiana revestidos con telas.
¿Qué es lo que más te gusta hacer en un día de verano?
Honestamente la siesta post almuerzo veraniego me hace inmensamente feliz