Por: Adriana Garavito / Fotos: Leslie Hosokawa y Alonso de Freyre
El minimalismo, la amplitud y la libertad se dan el encuentro en esta casa de playa en Santa María, diseñada por la arquitecta Deborah Kouri. Aquí, solo luz y mar.

A Deborah Kouri le encanta Santa María porque es su playa de toda la vida. Allí ha pasado veranos enteros y ha escuchado historias tan lindas como, por ejemplo, que fue el lugar donde sus padres se conocieron. Así, hace cuatro años, cuando la arquitecta e interiorista recibió el encargo de un proyecto sobre un terreno de 600 m², visualizó de inmediato una casa que pudiera resaltar su playa favorita.

El terreno está ubicado en un lugar privilegiado, justo sobre la esquina de uno de los cerros del balneario. Desde un ángulo, se aprecia todo Santa María y desde el otro, la bahía de Embajadores. Tras varias reuniones con los clientes, el estilo se definió: sería una casa hecha para una familia numerosa, amplia, con un diseño minimalista, con espacios que permitan un recorrido libre y ambientes conectados con la naturaleza. Deborah empezó y terminó el proyecto en tan solo un año. Hasta ahora es uno de sus favoritos. “Cada vez que tengo la oportunidad de entrar pienso: ‘Wow, qué linda casa. Ver el mar de esta manera te da demasiada paz’”, confiesa.


Estilo de playa

Deborah se graduó de arquitecta y trabajó en construcción por varios años hasta que decidió llevar una maestría en Diseño de Interiores en Milán, pues uno de sus mayores intereses es la creación de ambientes y enfocarse en cómo cada uno recorre su propio hogar. Antes de regresar a Lima, fue la encargada de diseñar una tienda de National Geographic, en Londres, entre otros proyectos. Y una vez de vuelta en el Perú junto con María Eliza Zegarra crearon su propio estudio, L’Architettura, con el que han desarrollado proyectos comerciales y residenciales. Este año ganaron dos premios importantes: uno en la Bienal Internacional de Lima en la categoría Diseño de Interiores; el otro, el primer puesto en la categoría diseño Interior en los premios de la revista Dossier de Arquitectura por un departamento de tres pisos en Lima.

Este último proyecto surgió gracias a la casa de Santa María, confiesa Deborah. Desde fuera parece de dos pisos, pero una vez dentro se devela un piso extra hacia abajo. Allí está el cuarto principal con una de las mejores vistas a la bahía de Embajadores. Cuenta con su propia kitchenette, cuartos para huéspedes y se conecta con el patio donde está la piscina, el jardín, un bellísimo árbol de limones y una pared blanca donde se proyectan videos de conciertos en temporada de verano. “A la familia le gusta escuchar a Andrea Bocelli durante el sunset”, cuenta la arquitecta.


El segundo piso está dedicado al área social: sala, comedor, sala intermedia, terraza amplia, una cocina abierta, zona de parrilla y hasta un horno de barro para hacer pizzas, panes y más. El tercer piso, por su parte, dispone de tres cuartos del mismo tamaño, cada uno con una terraza y baño privado. Las mamparas están situadas de tal forma que parece que la línea entre la casa y el mar no existe. La sensación es única. En ese mismo piso, se encuentra un cuarto de niños, una sala de estar, un pequeño balcón y también el área de servicio.

El estilo de esta casa de playa es de un minimalismo cálido, bastante influido por el estilo nórdico. Deborah cuenta que no todas las casas de playa son iguales, pero que sin duda hay decisiones que permiten priorizar el mar, la brisa, el ambiente y también la practicidad. “Tener una cocina abierta, por ejemplo, es una invitación a que varias personas hagan distintas cosas a la vez”. Y agrega: “Que los dueños tengan todo un piso para ellos significa que no tienen que enterarse de si hay una fiesta en el segundo piso, en caso de que quieran descansar”.

Es un reto lograr que no haya espacios fríos en un terreno tan grande, pero Kouri asegura que se trata solo de ponerse en los zapatos de los distintos tipos de personas que habitarán la casa; adecuarse a las necesidades de cada uno. Mientras diseña, a ella le gusta imaginar cómo andaría el espacio, qué le gustaría ver cuando baje las escaleras o abra una puerta, qué le gustaría oler cuando llegue al patio, y qué le gustaría escuchar a la hora de la siesta. Deborah, como cada verano, regresará al balneario de Santa María a seguir diseñando un capítulo de su vida. Y en este espacio, que nació en su mente, también se escribirá una nueva historia familiar bajo el sol.



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