Rapera, flautista y cantante, a sus 31 años ya tiene cuatro álbumes en su haber y la misma cantidad de premios Grammy. Pero, sobre todo, es dueña de un discurso que, más allá de ser body positive, es real.
“Es momento de amarte a ti mismo en un mundo que no te ama de vuelta”, exclamó Lizzo durante su presentación en los Video Music Awards del año pasado. Sus fans gritaban, aplaudían, se volvían locos; y otras celebridades, como Queen Latifah, bailaban desde sus asientos. Poco antes, en los BET Awards, la artista también volvió frenéticos a los presentes al cantar uno de sus mayores éxitos, Truth Hurts; Rihanna no pudo contenerse y la ovacionó de pie.
Su nombre es Melissa Jefferson, nació en Texas y a sus 31 años ha revolucionado la industria musical. Fue nominada a ocho premios Grammy esta última edición (se convirtió en la cantante con más nominaciones) y se llevó cuatro galardones a casa: Mejor Álbum, Mejor Álbum de Música Urbana Contemporánea, Mejor Interpretación R&B Tradicional y Mejor Intérprete Pop Solista. Como dice la revista Rolling Stone, “Lizzo es una mujer afroamericana plus size, cantante y rapera que está dominando un mundo musical normalmente reinado por chicas flacas y blancas”. Basta enterarse de su historia para darse cuenta de que estaba escrito que ese sería su rol en el mundo de la música. Lizzo aprendió a tocar la flauta en quinto grado de primaria, fue parte de la banda escolar y casi al terminar el colegio recibió clases del director de la Escuela de Ballet de Houston. Tras graduarse, ingresó en la Universidad de Houston para estudiar Música. Lamentablemente, su padre se enfermó y tuvo que dejar la carrera. La decisión vino acompañada de desmotivación absoluta: Lizzo estuvo al borde de una depresión. “No quería ver a mis amigos, no quería ver a nadie”, confesó la cantante a Rolling Stone. No pasó mucho tiempo antes de que se mudara a Denver para probar nuevos aires, pero terminó viviendo en su carro, un Subaru del año 1999, durante nueve meses. “Fue horrible. Pasé el Día de Acción Gracias sola en el auto. Lloré hasta quedarme dormida”, agregó.
Increíblemente, no se le había ocurrido cantar hasta que en el 2008 vio un anuncio en la web Craiglist. Una banda necesitaba una vocalista y ella decidió probar. Tres años después, cuando la banda se separó, se mudó a Minneapolis, donde recibió la oportunidad de su vida: Prince, el icono mundial de la música, la invitó para que colaborara en una de sus canciones del álbum Plectrumelectrum (2014). Una experiencia que ella ha descrito como “surreal” y “salida de un cuento de hadas”. “Él fue la persona que me hizo sentir valiosa en el mundo de la música”, dijo en una entrevista. Parece que tenemos mucho más que agradecerle a Prince de lo que creíamos…
Lizzobangers, su primer álbum, lo lanzó en el 2013, pero no fue hasta el 2016, con Coconut Oil, que su nombre comenzó a rondar por las redes para que luego, el año pasado, su fama llegara a los niveles más altos gracias al sencillo Truth Hurts de su disco Cuz I Love You. El éxito fue rotundo y según ella se debe a que compuso las canciones que ella quería escuchar al final del día. “Temas que te digan que eres sexy, bella, fuerte y exitosa”. Al escuchar el disco completo, no queda duda de que los temas fueron escritos por un corazón roto. Ella no lo niega, pero tampoco le da mucha importancia. Prefiere tomarlo como una especie de celebración. “Ella prefiere que te ames, así como ella aprendió a amarse a ella misma”, escribió Rolling Stone al respecto.
Alta dosis de talento
Es inevitable mencionar que parte de su éxito se debe a que –quiera o no– se ha convertido en la imagen del movimiento body positive. Lizzo no pierde tiempo buscando ropa que le cubra la piel. Tops, enterizos, vestidos largos, vestidos cortos, bikinis, túnicas, brillos, lentejuelas… Ella se siente cómoda en su propia piel y así lo demuestra.
Para ella su peso no es un tema de conversación; y le gustaría que su confianza tampoco lo fuera. Solo hay que tomarse algunos minutos para encontrar varios comentarios en sus videos en You-Tube y notar que la mayoría la felicita por no tener complejos con su cuerpo. Eso la hace sentir incómoda. “Cuando la gente ve mi cuerpo dice que soy muy valiente. Pero yo digo que no. Yo estoy bien. Soy solo yo. Soy sexy. Si ves a Anne Hathaway en bikini no la llamarías valiente. Creo que hay un doble estándar en cuanto a mujeres se refiere”, sentenció en una entrevista para la revista Glamour. Y hay que darle la razón: muchas de las entrevistas que le han hecho en medios giran en torno a cómo es posible que una mujer plus size vista como se viste ella “¿Qué se siente? ¿Siempre has sido tan confiada? ¿No te preocupa el qué dirán?”. Ese es el tipo de preguntas que le hacen; interrogantes que otras divas del pop nunca han tenido que responder.
Lizzo aclaró que no tiene nada en contra de la tendencia body positive, pero lo que quiere es que la gente deje de pensar que es milagroso que una mujer plus size –aunque seguro también tenga reparos con este término– tenga confianza en sí misma. Es una meta que se ha determinado a cumplir a través de sus conciertos, sus videos y su estilo de vida. La cantante no piensa cambiar su estilo por más que reciba críticas, como aquella que afirma que gana plata porque está haciendo “música para blancos”. Ante esto respondió escuetamente: “Yo hago música para todos”.
Muchos de sus fans lloran al verla en el escenario, pues, de alguna manera, es la primera vez o una de las primeras veces que se sienten representados por alguien; es la primera vez que pueden identificarse al cien por ciento con una celebridad. Y esa es una cuestión que va más allá del físico: tiene que ver con actitud, y, por supuesto, con un inmenso talento. Como ella lo ha dicho más de una vez: “Solo tienes que aprender a darte amor”. Felizmente su mensaje está calando hondo.
