Por: Ricardo Sarria / 13.11.2019

Gian Marco vuelve a Lima y reflexiona sobre la distancia, el éxito y la música (siempre la música), mientras prepara un concierto por el Día de San Valentín en el Jockey Plaza, donde el público será protagonista.

Ese viernes de verano durante la mañana Gian Marco nos recibe en una salita en la terraza del hotel Belmond de Miraflores. Es ahí donde se hospeda cada vez que vuelve al Perú; desde que vive lejos, lo hace sentirse un poco más cerca de su padre Javier Zignago, cantante conocido como Joe Danova, cuyas cenizas fueron esparcidas en el mar de Miraflores en 1993. Aquello ocurrió dos años después del lanzamiento del primer disco de su hijo. Hoy, con tres Grammy Latinos en su vitrina y más de 150 millones de discos vendidos en América Latina, Gian Marco ha conocido aquello que suele llamarse, con ansias, 'éxito', y aún así sueña con una nueva etapa como músico.

¿Se puede decir que 'Hoy' [famosamente interpretada por Gloria Estefan] es una canción autobiográfica?

Está hecha para la gente como yo que vive fuera y que regresa. El amor [por tu país] nunca lo vas a perder. Lo que creo que te bota a veces es el sistema, te saca.

Lo ideal sería estar en el lugar donde está nuestra gente...

Pero las cosas han cambiado tanto que el lugar donde naciste ahora lo aprecias, lo valoras, pero tienes que abrir los ojos al mundo, a lo que pasa afuera.

¿Cómo se ve el Perú viviendo lejos?

De muchas maneras: de la manera nostálgica, como me pasa a mí. El Perú se ve como uno lo quiera ver en el momento que lo quiera ver.

¿Cómo entiendes el concepto de éxito actual?

Hay un mal latente, sobre todo en la gente joven: ven Instagram y se preguntan: '¿Por qué yo no estoy en esa foto?' '¿Por qué yo no tengo esa vida?'. A veces las comparaciones te llevan a pensar que no eres exitoso. En mi caso, el éxito no pasa por irte del Perú. Ser exitoso es poder tener una familia teniendo la carrera que tengo, tener tres hijos, ser papá, tener una hija que se gradúa en mayo y que y que hará música como yo. Creo que cualquier persona exitosa es la que se ha dado cuenta de quién es.

En el mundo digital que mencionas uno también puede ser criticado sin piedad.

Es como ponerte en un paredón: tienes a miles de personas con piedras, tú te pones ahí en la pared y si la gente te quiere agarrar a pedradas, lo hará.

Cambiando de tema, te preparas para un concierto por San Valentín en el Jockey Club. ¿Qué sientes de volver a tocar para el público peruano y en una fecha tan especial como el 14 de febrero?

Siempre es lindo. Hemos presentado el disco Intuición en el Teatro Nacional en octubre pasado y fue increíble, hicimos tres fechas. Es muy especial darme cuenta de que hay gente de 13, 14, 16 años, gente nueva que recién me conoce con el nuevo disco. Esa es mi intención, captar nueva gente.

¿Qué puede esperar el público de este concierto?

Siempre lo mejor. Pienso en el público porque sé lo que implica ir a comprar una entrada, tomarte un taxi, un bus o ir en tu carro, buscar estacionamiento, hacer la cola. Es todo un tema; por eso, mi equipo de trabajo hace las cosas de la mejor manera posible. Va a ser un espectáculo increíble: más de dos horas y media de música. Con invitados especiales porque me gusta sorprender a la gente.

Es difícil desvincular tu música del tema del amor.

El estigma del baladista no me molesta. Yo reconozco a la gente que sabe la música que hago y que ha ido a ver mis shows, que tiene mis discos. No es una obligación seguir mi carrera. La gente que quiere escucharme, que me escuche y que me ponga el nombre que mejor le parezca.

Luego de este concierto y el nuevo disco, ¿qué logro sientes que te falta alcanzar?

Me gustaría tener la posibilidad de convertirme en productor de otros artistas nuevos, peruanos. Y que, a través de mí, ellos vuelen y se conviertan en algo igual o mejor que yo.

¿Hubieras podido ser una persona igualmente feliz sin la música?

No. Soy músico desde que tengo uso de razón y es mi vocación. No me imagino haciendo otra cosa que no sea música. Puedo no cantar y no hacer conciertos, pero tengo que trabajar en la música. No hacerlo es algo que no puedo ni imaginarme.

La madurez del hijo pródigo

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