El mejor diseñador de ropa masculina por la CFDA de este año, Rick Owens expone y conceptualiza, a través de sus prendas, su mente misteriosa e insaciable por el arte.
Su primer recuerdo de sentir un interés por algo que tuviese que ver con la moda es de cuando tenía 12 años: le había pedido unos jeans a su madre y ella le regaló unos de poliéster; 'Los toqué y supe que algo andaba mal con ellos', recuerda ahora Rick Owens. Esa primera percepción lo ha llevado a tener, a sus 56 años, el premio Perry Ellis al Talento Emergente del Consejo de Diseñadores de Moda de América (CFDA), nueve tiendas entre Europa y Estados Unidos, una web activa día y noche, una línea de muebles y de máquinas de gimnasio, y asimismo una nominación como Mejor Diseñador de Ropa Masculina en los premios CFDA 2019.
Owens es un artista versátil y peculiar. Sus fans más leales lo llaman El señor de la oscuridad en clara referencia a su preferencia por el negro, pero también por su estilo gótico y dramático. Entre sus seguidores más famosos se encuentran Kanye West, Michelle Obama, Jennifer López, Justin Bieber y Jaden Smith, por nombrar solo a algunos. Lo cierto es que tiene verdaderos fanáticos que llegan a sus desfiles como si de una peregrinación se tratase.
Sin embargo, en un perfil que publicó sobre él la revista GQ, el diseñador dijo que no se siente tan famoso. 'Creo que siempre seré recordado como el hombre con botas negras y sacos grandes; pero al menos estoy agradecido que me reconozcan por algo', comentó con cierta modestia, mas su nombre y la moda del siglo XXI son ya dos conceptos inseparables.
His boots are made for walking
Claro está, su trabajo no se limita a ponerse un par de botas y diseñar capas. De pura casualidad Owens se tomó su tiempo para dedicarse a la moda (su primer desfile fue cuando ya estaba por cumplir los 40) y ha logrado crear una estética inconfundible. Así como Comme des Garçons y Ann Demeulemeester, es uno de los pioneros en la moda sin género. Y más de una revista de modas ha descrito su estilo como glunge —una mezcla entre grunge y gótico—. Para él es solo el reflejo de fracciones de la sensibilidad humana; arte en su máxima expresión.
Esa es su arma secreta. Contemplar pinturas, apreciar arquitectura y abstraerse en la lectura son los ingredientes que componen no solo su trabajo, sino su estilo de vida. Nacido en Porterville, California, pocos imaginaron que sería diseñador de modas. El pueblo es conocido por sus granjas, por la comercialización de frutas, pero no por una afinidad hacia la moda vanguardista. Sucede que Owens tuvo una crianza bastante distinta de la de sus amigos: en su casa —un hogar estrictamente católico— no le estaba permitido ver televisión hasta que cumplió 16 años, y se la pasó escuchando música clásica, leyendo novelas, biografías y ensayos. Le gustaba mucho Aristóteles, así como los textos de Confucio. En el colegio religioso al que asistió siempre fue visto como el chico raro, definitivamente destinado a hacer algo que no sea convencional.
Estudió Pintura en Otis College of Art and Design, pero lo dejó para estudiar, en cambio, Patronaje. Su primer trabajo fue copiar diseños de otras marcas hasta que en los noventa conoció a su esposa, la artista y diseñadora francesa Michèle Lamy, quien en ese momento además era dueña de un café en Los Ángeles. Ella fue su jefa; él trabajó duro y parejo para ella; casi al límite de la obsesión, una palabra que sirve muchísimo para describir la personalidad de Rick Owens.
Reo de nocturnidad
Es un hombre grande, que siempre se viste con tonos oscuros, con el pelo negro largo y azabache; tiene un cuerpo escultural, una mirada penetrante y que aparenta ser de pocos amigos, y al mismo tiempo es un hombre que disfruta de recibir a 120 personas en casa para una cena especial de Thanksgiving.
Es un tipo de rutinas y nadie las puede romper. Se despierta a diario a las ocho de la mañana y contesta los correos desde la cama. A las once llega a su oficina; luego va al gimnasio y cena a las diez de la noche. Sus sacos tienen más de diez bolsillos para no tener que sostener nunca nada en las manos. Es tan disciplinado que no programa viajes que interfieran con su siesta de 45 minutos de después del almuerzo.
Su esposa dice que la estructura y el talento son los elementos que lo han llevado a estar donde está. En 1994 creó su propia marca. Cinco años más tarde, sus prendas se vendían en Barneys y en el 2002, Anna Wintour logró que se auspiciara su presencia en la Semana de la Moda de Nueva York. Le bastó solo una pasarela profesional para irse a casa con el premio de la CFDA.
Actualmente vive en París, donde asegura que se sintió como en casa desde el primer momento, pese a que no le interese hablar francés. Colecciona antigüedades y agradece que dejó la vida de excesos, drogas y alcohol que llevaba en Los Ángeles. De vez en cuando sale a bailar luego de tomar una siesta a medianoche. 'Ver todo desde la lucidez es una experiencia maravillosa', comparte.
Owens no solo es considerado una figura de culto, sino que sus colecciones despiertan el interés hasta de los menos involucrados con la moda. Es fácil apreciar el romanticismo que encierran sus prendas y comprender que, más allá de las formas, su ropa es expresión de una mente que escapa del promedio. Sus colecciones lo pintan como lo que es: un tipo dramático, directo y a la vez misterioso.