A pesar de sus particularidades en cuanto a propuesta y uso de materiales, estas marcas peruanas de accesorios tienen en común su intención de revalorizar las técnicas artesanales mediante un diseño sostenible y una estética contemporánea.
Galera
Han pasado 3 años desde que Bertha Cabrera, abogada de profesión, entendió que necesitaba reinventarse estudiando Diseño de Interiores y de Modas, su verdadera pasión; e inició la aventura de 'prolongar la técnica milenaria del tejido con un upgrade a través del diseño contemporáneo'. Es el tiempo que tiene de fundada Galera, su marca de carteras en la que fibras como el junco, la totora y el tocuyo se fusionan sin esfuerzo con otros materiales, como la madera o el acrílico. No son solo carteras bonitas, sino que en su proceso de investigación Bertha descubrió que la utilización de las fibras vegetales tiene mayor antigüedad que el de las de alpaca, y que en el museo Amano hay muestras de junco que datan del 10.000 a. C. El compromiso de Galera es tanto con las fibras que trabaja con artesanos de Huacho, Chincha, Piura y Cajamarca como con el medioambiente y la sociedad; ofrece un servicio posventa con el objetivo de prolongar la vida de las carteras; sus empaques y etiquetas son de tocuyo reutilizable; trabaja algunos materiales con los reos del penal de Huacho; además, dona un porcentaje de las ventas a la asociación de las Bienaventuranzas.
Lorena Pestana
Aprendió las técnicas de joyería del pueblo aguaruna en el Alto Marañón. Desde entonces, en su trabajo, el uso de mostacillas es una constante en sus colecciones que también incorporan el algodón Pima, el oro, el cuero, el satín, la plata y el bronce trabajados manualmente con técnicas diversas, como la del telar, el macramé y el croché. Pero el elemento central, el que realmente impregna todo aspecto del universo creativo de la marca, es la naturaleza.
'Mis piezas siempre intentan acercarse a las pequeñas maravillas que uno, si sabe buscar, encuentra en la naturaleza. Creo que ahí está todo: los colores, las formas, los ensamblajes, las texturas. La idea es que cada joya llegue a simbolizar, a evocar algo vivo', explica la diseñadora. Después de definir el tema de la colección, viene un gran proceso de investigación y conceptualización —que muchas veces incluye una visita al lugar al que remite—. Luego, empieza el trabajo creativo y de realización, en el que confluyen talentos y saberes de las artesanas que trabajan a mano con alicate; de los trabajadores de metalurgia y del animador quien se encarga del desarrollo de las piezas. Este proceso tarda generalmente un año y el resultado final es una colección de acabados impecables, la cual siempre cuenta una historia particular.
Philomena
Después de ser conductora de televisión y bloguera enfocada en tendencias masivas, Micaela Llosa empezó a tener curiosidad por un lado más sostenible y socialmente consciente de la moda. 'Así nace la idea de Philomena, como un ciclo en la vida que inicia al terminar otro', dice Micaela. La marca elabora ponchos, sombreros y demás accesorios de lana de oveja y alpaca de la mano de mujeres artesanas de la cooperativa Mama Ashu, del callejón de Conchucos —adonde Micaela viaja constantemente— y de la comunidad Madres en Acción. 'Cada una trabaja su propio telar, pero ellas lo hacen en conjunto; y comparten, se piden consejo, se apoyan. Es una dinámica bien bonita', narra. Esos diseños se venden tanto en Lima como en Cuzco, y fuera del Perú en Taiwán, Canadá, Chile y Estados Unidos. Micaela se siente contenta de volver la mirada hacia los orígenes. 'Me da gusto poder decir que lo que hacemos en Philomena es regresar al pasado: a la vida en comunidad, al trabajo hecho a mano, a la técnica del telar a pedal —que es maravillosa, se enseña de generación en generación y toma tiempo—… regresar a eso que no queremos que se pierda'.
Luk
'Me gusta mucho trabajar con cuero por su carácter y excelente durabilidad, y porque veo los productos como si tuvieran vida; cada línea que aparece con el tiempo se vuelve parte de ellos', dice Talía Luksic, directora de Luk, marca de carteras, bolsos y billeteras, quien confía en el saber de un grupo de maestros trabajadores del cuero, cuyos talleres están ubicados en Villa el Salvador, con quienes experimenta y conjuga técnicas y materiales artesanales, siempre con la utilización de cueros que contengan la mínima cantidad de cromo y que sean bajos en pigmentos; forros de algodón al 100 % y accesorios de bronce. Algunas de sus piezas las interviene con mantas de telar andino y cintas de lana de oveja teñida con tintes naturales, que desarrolla junto con artesanos cuzqueños. 'Es una tradición que cuesta mucho mantener viva, pues las mejores tejedoras son mujeres mayores que aprendieron a tejer al lado de sus madres y abuelas; sin embargo, las nuevas generaciones aprenden más tarde o ya no quieren hacerlo. Así es como la modernidad amenaza con la extinción de una tradición milenaria y muy peruana', explica Talía. Una tradición que, a pesar de las adversidades, Luk contribuye a preservar.