Por: Gabriela Ramos / Fotos: Janice Bryson
Reunimos a cinco parejas que conocen a la perfección la receta para manejar un negocio y mantener una relación amorosa;y que, con empeño y paciencia, vienen cocinando propuestas que enriquecen el panorama gastronómico local. Sazón y corazón en su punto.

Diego 'Camión' Hanza y Nicole Gamio

A Nicole Gamio, ‘Camión’ Hanza la conquistó por el estómago. Una madrugada en Máncora, después de una de esas salidas en la época en que apenas empezaban a conocerse, a Nicole le dio hambre; así que ‘Camión’ le ofreció cocinarle un lomo a la pimienta, con papas al horno rellenas de queso. Ella aceptó, algo incrédula. Casi diez años después, Nicole continúa soprendiéndose con su sazón. La complicidad entre ambos los llevó a abrir, en el 2015, Nick n’ Truck, una tienda virtual que ofrece piqueos por delivery y un servicio de catering de poke bowls. El emprendimiento empezó en la cocina de la mamá de Nicole: ‘Camión’ ideó todas las recetas, mientras que Nicole se encargó de las ventas. Hoy cuentan con una planta de producción propia en Surco, un equipo consolidado y una carta con más de cien productos en stock. En pocos años, Nick n’ Truck –una iniciativa cuyo nombre también expresa la unión entre ambos– se ha ido forjando como la alternativa perfecta si se trata de llevar algo rico y saludable a una salida a la playa con amigos, o a una junta familiar. A la par, ellos han crecido como pareja: se casaron en el 2017 y, hace mes y medio, se estrenaron como papás. ¿Cuál es el secreto de su éxito? Para Nicole, la clave está en la comunicación y la paciencia. ‘Camión’, por su parte, tiene un lema que parece funcionarle bastante bien: “A happy wife, a happy life”. “Eso de que no tienes tiempo para tu pareja no existe. Cada vez que puedo tengo algún detalle con ella”, enfatiza.


Rishabh Chadha y Camila Abufom

En Dhaasu, los sabores de la cocina tradicional india destacan en medio de un ambiente en donde confluyen dos idiomas, varias nacionalidades y dueños un tanto diferentes: Rishabh Chadha es un ingeniero industrial indio dedicado, hasta hace no mucho, a una vida corporativa en Dubái; Camila Abufom, una actriz peruana que ha forjado una amplia trayectoria en la escena limeña.

Ellos se conocieron en un concierto en el 2016, cuando Rishabh, harto de la rutina, renunció a su trabajo y emprendió un viaje al estilo mochilero que lo trajo a nuestra ciudad, en donde conoció a Camila. La conexión entre ambos fue instantánea. A los días, ella decidió sumarse a su ruta y acompañarlo hasta Colombia, país que recorrieron durante un mes. Al terminar el viaje, cada uno regresó a su patria. Además de extrañarse, sentían que debían emprender un rumbo distinto en el plano profesional. Fue así como la idea de Dhaasu empezó a gestarse: necesitaban una vía para volver a estar juntos y, a la vez, consolidar un proyecto propio. “Decidimos hacerlo en Lima porque es una capital gastronómica donde la comida india aún no ha sido explotada”, anota Camila.

Luego de un año y dos meses de inaugurado, el negocio sigue creciendo. Rishabb y Camila mantienen, a la par, un servicio de catering, y tienen como objetivo abrir un local más amplio en el que puedan organizar también eventos artísticos. Este año, además, planean mudarse juntos. “Hemos estado demasiado involucrados en el trabajo”, explica Rishabh. “La idea es dejarlo un poco de lado cuando entremos a nuestra casa. Descansar, viajar, empezar a disfrutar más de nuestra relación”… Reinventarse y volver al inicio.


Janice Buraschi y Juan Manuel Umbert

Si hay algún restaurante que no ha pasado inadvertido durante el 2019, sin duda alguna, es Pasta. El local de comida italiana ha enamorado a los paladares limeños por su fidelidad al sabor original de la gastronomía de la Toscana.

Janice Buraschi y Juan Manuel Umbert, novios desde hace 7 años, son las mentes y manos detrás de este proyecto. Se involucraron en la cocina casi como jugando, cuando ella aún estaba en el colegio y él estudiaba Administración. A modo de hobby, compraban libros de recetas que luego ponían en práctica meticulosamente; hasta que, al cabo de un tiempo, su vocación terminó por definirse. Entonces, ambos partieron a Londres a estudiar en Le Cordon Bleu: él, Cocina y ella, Pastelería.

Durante su estadía en Europa, tuvieron la oportunidad de probar diferentes cocinas del mundo. La italiana, obviamente, conquistó sus corazones. “Nos dimos cuenta de que con tres insumos preparados en el mismo local se podía lograr algo increíble”, recalca Janice. Esa es la esencia que, un par de años después, lograron consolidar en un rincón de San Isidro, un espacio relajado en que la comida –simple y deliciosa– es capaz de congregar a decenas de comensales que no tienen reparo en hacer cola fuera del local a la hora de la cena.

Los retos no han sido pocos y han abarcado desde permisos municipales hasta la búsqueda de personal adecuado; pero quizá el más importante haya sido encontrar el balance para mantener una relación sólida en medio de la vorágine de dirigir un restaurante de moda. Son más de 12 horas al día de trabajo. No es un horario normal, pero tratamos de ordenarnos juntos”, confiesa Juan Manuel. “Ayuda mucho que él maneje la cocina y que yo me encargue de la pastelería. Es importante que cada uno tenga su mundo”, apunta Janice.



Gabriela Alonso y ‘Mango’ Zignago

Gabriela Alonso y ‘Mango’ Zignago, los dueños de Natural Energy, se conocen prácticamente de toda la vida: él era amigo de su hermano mayor e integraba el mismo grupo de amigos de ella que veranea en Punta Hermosa. Pero fue recién en un viaje de año nuevo entre amigos a Órganos que Cristóbal de Col les abrió los ojos. “Ustedes hacen buena pareja”, les dijo el destacado surfista cuando los vio conversando frente al mar. Desde ahí no se miraron igual. “Él nos flecho”, comenta entre risas Gabriela.

Las cosas entre ambos fluyeron naturalmente y, al cumplir cuatro años de relación, tenían un plan en mente: viajar a Indonesia. Para poder costearlo, implementaron un carrito de acaí bowls en Punta Hermosa. Sin embargo, el éxito súbito del negocio los sorprendió. “Siempre digo que el viaje terminó siendo otro”, afirma Gabriela. “Al terminar el verano, la gente nos preguntaba dónde íbamos a seguir. Vimos una oportunidad de negocio y, al final, la teníamos clara: Indonesia podía esperar”.

Empezaron con un par de carritos o natural trucks, como los llaman. Ellos mismos hacían de todo: desde licuar el acaí hasta manejar la logística del negocio. Han pasado cinco veranos desde entonces y ya cuentan con un local en Punta Hermosa y otro recién inaugurado en Miraflores. “Nuestra expectativa como empresa es poder llegar a tener una cadena de Natural Energy y no matarnos en el proceso”, dice Andrés, medio en broma, medio en serio.


Juan Carlos Pareja y Erika Schuler

La gastronomía se ha adueñado de la relación de Juan Carlos y Érika. En buenos términos. Desde hace un año, él, junto con Diego Alcántara, está al mando de Ocho platos, la empresa que ha dado lugar a Soperos Unidos y Django Burgers, restaurantes que han empezado con el pie derecho en el ecosistema culinario local. Érika, por su parte, dedica sus días a Comer – ojo con la mayúscula–, una agencia de marketing que se dedica al desarrollo de marca de algunos de los principales restaurantes de la ciudad. Naturalmente, su esposo es uno de sus clientes. “Él es mi cliente, pero yo soy la jefa”, bromea, aunque con tono decidido. A Juan Carlos no le queda otra que asentir.

La pareja se conoció en el 2011. La diferencia de edades –él tenía 28 y ella,18– hizo que en un principio se mantuvieran como amigos, pero a los dos años empezaron a salir. Meses después viajaron a Londres, donde él siguió una maestría en Urbanismo y ella comenzó con el food marketing. Al regresar al Perú, cada uno tenía su espacio. Fue recién hace poco que Juan Carlos se animó, aunque a su modo, a seguirle los pasos en la industria. “Vio que me iba muy bien y se copió”, reclama Érika entre risas. “Es que soy una persona muy curiosa”, acota Juan Carlos. “Como me dedico a hacer proyectos, de manera natural el rubro gastronómico se convirtió en parte de mi vida”.

Aunque la dinámica entre cliente y agencia puede ser difícil, para ellos la comunicación ha sido esencial. “Es inevitable que el trabajo traspase nuestra relación, y viceversa. Pero no nos incomoda. Vamos por buen camino”, anota un orgulloso Juan Carlos.

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