Por: Vania Dale / fotos Lucía Arana / Arte y estilismo Bettina Lolas / Maquillaje: Mafe Alcántara / Peinado: Christian Zevallos / Asistente de styling: Paula Weinberger / Asistentes de foto: Miguel Diaz y Alejandro Lopez / Camper del Mate Producciones / Agradecimientos: Playa Totoritas

Después de casi 5 años en el mercado, la marca de swimwear Capittana ha arribado a tierra firme. Y en el proceso, su creadora, Raffaella Raffo, se ha descubierto como una diseñadora en continuo crecimiento. Ahora, totalmente aterrizada, vuelve a cautivarnos con una colección que denota madurez, porque es reflejo del momento actual de Raffaella.


Es difícil separar a Raffaella Raffo de Capittana, la marca que fundó en el 2015. A ella misma le cuesta: cuando le pregunto por quién es, más allá de ser la Capittana original, se ríe y dice que no sabe qué responderme. La marca es el sueño de su vida, impregna cada aspecto de esta y es una extensión de ella misma. Se ha generado una especie de simbiosis entre ellas; es por lo que la madurez y la consolidación de la marca implican también la suya propia. “En un inicio, Capittana era mucho más irreverente y atrevida; ahora es más romántica y madura”, asegura. “El feeling de la marca ha cambiado porque yo he cambiado, y, bueno, también por las circunstancias, porque la tendencia va hacia eso”. Como la marca “es un reflejo” de cómo ella se siente, el hecho de que actualmente Raffaella esté enamorada —después de no haberlo estado en mucho tiempo— tiene bastante que ver en la estética de sus más recientes colecciones. Pero hay otro factor interesante en el asunto, el cual también destaca la diseñadora: la mayoría de sus clientas, las fieles, aquellas que están junto a la marca desde sus inicios, también han crecido. “Al comienzo, lo de ser una marca desenfadada a la gente le encantaba; pero esa gente ya maduró. Igual Capittana sigue siendo superfemenina, y esa es la característica principal, lo que no ha cambiado”, acota. Y la feminidad, por supuesto, tiene muchas formas.


Buscando el sol

El amor por el mar y por la playa quizá se forjó en la costa de Ancón, ese especial balneario en el que Raffaella pasó su niñez, junto a sus hermanos, subidos en el bote de su abuelo. Su primer emprendimiento propio fue Sereia, su primera marca de bikinis, que lanzó cuando había terminado la universidad y a la par que trabajaba en una empresa con un puesto fijo. Raffaella no estudió Diseño de Modas, sino Administración de Empresasen la Pacífico y posteriormente hizo un MBA en Barcelona. Cuando regresó de ese viaje de estudios, decidió transformar Sereia en Capittana. “Fui aprendiendo en el camino, y creo que uno de los pros de no haber estudiado Modas es que no sé los límites del diseño, mi imaginación puede volar porque no conoce ningún parámetro”, cuenta.

Durante años Raffaella ha buscado el sol. Hace poco estuvo en Miami; la última sesión de fotos para la marca la hizo en Tulum; y, de hecho, el nombre Capittana se le ocurrió en un avión mientras volaba hacia una playa colombiana. Es increíble lo que ocurre cuando logras hacer de una pasión una forma de vida.

“Yo vivo de Capittana, al igual que las veinte personas que conforman mi equipo. Me parece que somos una marca más establecida. Hemos podido trascender y pasar de ser una marca estacional a ser una de todo el año”, cuenta Raffaella.

Y es cierto: Con el tiempo, Capittana se ha convertido en un referente local indiscutible en el abarrotado rubro del swimwear, en una marca que sentó la pauta para todas aquellas que aparecen cada verano y empiezan a comercializar sus modelos a través de las redes sociales. No hay duda de que Capittana —desde su estética hasta su éxito— ha animado e inspirado a más de un emprendedor nacional. Y eso es positivo. “Tener competencia es muy saludable: hace que todo el tiempo estés buscando innovar, hacer cosas diferentes. Hace que te mantengas vigente”, reconoce Raffaella. Y ella está aquí para quedarse.


Momento de anclar

Siguiendo con el tema de la madurez, es acertado mencionar que el 2019 ha sido crucial en ese sentido. “¡Ha sido uno de los mejores años de la empresa! Hemos consolidado nuestra posición nacional y encaminado la global; hemos emprendido proyectos que nos han validado internacionalmente con marcas como Barbie y La Sirenita; y hemos abierto un punto de venta a nivel nacional en Arequipa, y uno virtual”, cuenta Raffaella con emoción.

Para ella, se trata de un momento personal muy interesante, con muchas oportunidades, excitante en ese sentido; pero también está viviendo un momento de mayor estabilidad, en el que toca ver qué funciona y qué no, y tomar decisiones en base a eso, decisiones más pensadas y analizadas.

¿Lo mejor de todo? Que el crecimiento ha sido bastante orgánico y sin necesidad de inversionistas externos. “De hecho nos han llegado varias ofertas para comprar cierto porcentaje, pero felizmente no hemos necesitado aceptarlas. La verdad es que me gusta tener mayor control sobre la empresa”, reconoce Raffaella. Y si bien ese control ya no se extiende a cada uno de los aspectos de Capittana —como sí ocurría en un comienzo, cuando incluso era ella quien escribía cada post en las redes sociales—, la empresaria acepta que le sigue costando delegar. “Lo que hago es supervisar todo, pero no me encargo de cada cosa que se hace. En donde sí me meto al detalle es en toda la parte de comunicación, marketing y diseño. Para la parte administrativa y comercial felizmente tengo equipos superbuenos”. El área Comercial la lidera su hermano y socio, Stefano Raffo, pieza clave en el crecimiento internacional de la marca. “Él se encarga de las tiendas, de la venta online, de formar los equipos… Es importante que él sea socio también, porque le interesa que la cosa vaya bien al mismo nivel que a mí”, explica Raffaella.

Y en términos meramente comerciales, ¿cuánto ha crecido la marca? Actualmente, Capittana está presente en once países —entre los que se encuentran mercados tan diversos entre sí como Japón, Nueva Zelanda, Costa Rica y el siempre complejo (por su amplitud) Estados Unidos— y en cada uno cuenta con quince puntos de venta aproximadamente; lo cual ha obligado a esta “Capittana” a ser cada vez más formal en todo aspecto. “Por ejemplo, antes vendíamos en consignación a los concept stores; ahora ya no consignamos nada”.

Hace unos cuantos veranos, el Instagram de Capittana lo seguían todos los que amaban sus bikinis, pero también los que querían divertirse con sus lemas ocurrentes que hablaban a chicas más jóvenes, pero con ánimos independientes, y fans del verano, de su ligereza y de la diversión. Hoy, las fotos son más sofisticadas y las frases que se comparten tienen que ver con diseño (como “Handmade Is Always Better”) o con body positivity, por ejemplo.

“En sí la empresa se ha vuelto muchísimo más formal, incluso en la comunicación… en todo”, concuerda Raffaella. “Con la cantidad de puntos de venta y de gente en el equipo, es lo que toca; de otra manera, no funciona”, asegura.


Capitana de su vida

La colección 2020 de Capittana está llena de colores pastel, estampados florales y el infaltable crochet, un elemento insignia de la marca desde hace ya 4 años. Los cortes son sencillos; los colores, enteros; y el tiro, alto. “Hay muchos acentos celestes y verdes, que están muy en tendencia”, acota.

¿Y cómo lo sabe? Raffaella está suscrita a una plataforma que se encarga de predecir tendencias en el mundo de la moda, llamada WGSN. “Me baso en este reporte de tendencias de ellos, pero ya lo demás es creatividad pura”, afirma. Y es justamente su creatividad el primer responsable de que Capittana exista.

Para ella, “la experiencia es lo más valioso que tenemos”. Como autodidacta, lo sabe bien. Y sobre este término tiene un concepto peculiar. “Ninguna carrera te enseña a trabajar, en el sentido práctico de la palabra. La carrera te da una base teórica, pero todos aprendemos en la cancha”, asegura. ¿Y qué ha aprendido ella a través de Capittana? A tener perseverancia y no dejar que los pequeños baches en el camino frenaran su crecimiento; a no tenerle miedo al fracaso, responde. “Y a rodearme de personas que te cuestionen y no de seguidores de órdenes”, dice, evocando la rebeldía que exudaba Capittana en sus inicios, esa misma que la hizo aventurarse a ser dueña de su propia marca.

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