La editora general de Nylon se ha encargado de convertir la publicación en una plataforma digital socialmente consciente, compaginando moda, belleza, feminismo y pensamiento liberal.
La revista Nylon fue fundada hace casi 20 años, en 1999, y desde entonces ha sabido posicionarse como una de las publicaciones de modas más vanguardistas y alternativas del medio. En octubre del año pasado dejó de imprimirse para pasar a ser un medio enteramente digital. Es justamente en este contexto que Gabrielle Korn se convirtió en editora general de la publicación. Y, de paso, en uno de los personajes que está redirigiendo la industria de la moda y de la belleza.
Tiene 29 años, vive en Brooklyn y es abiertamente lesbiana. En el 2014, luego de haber sido editora de belleza del portal especializado Refinery29, la neoyorquina se unió al equipo de Nylon como editora senior y se encargó de desarrollar el contenido digital desde cero. 'Nylon no tenía presencia digital. Su página web existía para tomar el contenido de la revista física y publicarlo online', explica. Su labor, entonces, consistió en hacer crecer una audiencia digital y averiguar qué significaba la marca para ese universo. 'Creamos el primer calendario editorial digital, que creció de tres historias por día a veinte, y pasamos de 200.000 visitantes mensuales únicos a varios millones', revela Gabrielle, orgullosa. Pero el reto que implicaba tal transición no solo era un tema de números. 'Necesitábamos encontrar la forma de hacerla contemporánea y mantenerla relevante a la vez', explica sobre la revista. 'Eso, para mí, significaba volverla realmente política, inherentemente feminista, antirracista, body-positive, sex-positive y orientada estéticamente en el espectro de la moda y la belleza', asegura.
Nuevas ideas
No hay duda de que utilizar la belleza como una ventana para hablar de los temas más relevantes es el sello y el talento de Gabrielle, que es constantemente incluida en las últimas listas de los 30 menores de 30 más influyentes de los medios y de la moda. Su estilo personal es fiel reflejo de sus intereses: siempre cómoda, siempre cool, con piezas que recuerdan que su negocio es, finalmente, el de la moda, y con un toque gótico que no puede dejar ('por eso me pinto los labios oscuros cuando siento que mi ropa no es lo suficientemente vampy', confiesa con humor).
Su sentido de pertenencia no siempre estuvo ahí. Uno de sus primeros recuerdos que tiene asociados al mundo de las publicaciones de moda es el de hojear las páginas de Vogue y Elle, y sentirse encantada y dejada de lado, a la vez. 'Era como si la moda no fuese para mí. Me encantaba, adoraba las imágenes y las historias, pero no veía ni una sola foto que sintiera accesible o parecida a la vida real. ¿Dónde estaban las chicas artísticas con cabello grasoso, acné y opiniones?', se preguntaba años atrás de llegar a un medio. 'Ahora, como editora, es muy importante para mí que cuando la gente–especialmente los lectores jóvenes– vean Nylon, se encuentren con versiones de sí mismos', afirma con convicción.
Esa intención de llevar a la publicación a una audiencia más amplia y de generar otro tipo de conversaciones la ha llevado a transformar Nylon y adaptar la revista al mundo digital, manteniendo ciertas herramientas que permiten evocar la esencia de la versión impresa. ¿Y en qué se traduce todo esto? En portadas digitales mensuales y en la designación de ciertos meses a un determinado tema, como, por ejemplo, el recién instaurado Pride Issue, en junio, o el Black History Issue de febrero. Para el primero, la protagonista de la portada fue Hayley Kiyoko, artista lesbiana, comprometida con impulsar la lucha por los derechos de la comunidad LGTBQ; mientras que, para la historia de tapa del mes de febrero, Gabrielle reunió a cinco modelos afrodescendientes que empiezan a hacerse un nombre en la industria de la moda para conversar sobre su experiencia. 'Reconoce. Representa. Reclama. Revoluciona', reza la fotografía que abre el artículo. Tanto en esta como en la dedicada a Hayley Kiyoko, las personas involucradas en la edición –desde la fotógrafa hasta la videógrafa y la escritora– son mujeres homosexuales o afrodescendientes, según el caso. 'Es muy importante que sea la misma gente la que cuente sus propias historias', afirma la editora.
Confiesa que lo que más le emociona es darse cuenta de que el contenido más compartido de Nylon es aquel que expresa una postura política, un twist que es también fácilmente rastreable hacia ella. 'Llevar la política a nuestro contenido es otro gran cambio que hice con Nylon', reconoce. 'Creo que hacemos política de una manera digerible para los lectores más jóvenes, y cubrimos los temas que les interesan: mujeres que se postulan para cargos públicos, derechos reproductivos, homosexuales y raciales. Nuestros lectores están exigiendo historias que sean más inteligentes, más feministas y más queer que nunca. Eso me apasiona'.
Cuando le preguntan acerca del futuro, Gabrielle responde intentando resumir la motivación detrás de su trabajo diario. 'Quiero dejar la industria más inclusiva de lo que la encontré', confiesa, y reafirma su absoluta conciencia de la necesidad de un cambio, cambio del que ella misma es agente.